Telembí vive una crisis humanitaria
MÁS DE 21.000 DESPLAZADOS ESTE AÑO Y 6.000 CONFINADOS: ONG
Médicos Sin Fronteras (MSF) alertó ayer que la población del triángulo de Telembí, en Nariño, sur de Colombia, vive “una de sus peores crisis humanitarias en los últimos 20 años”, debido al recrudecimiento de la violencia y de los combates entre los distintos grupos armados que se disputan ese territorio.
Se trata de la zona que conforman los municipios de Barbacoas, Magüi Payán, Roberto Payán y Tumaco, en Nariño, ubicados próximos a la frontera con Ecuador y donde la organización humanitaria estima que han sido desplazadas 21.106 personas en el primer semestre del año y otras 6.000 han tenido que confinarse.
Estas cifras suponen, apunta MSF, que casi un cuarto de la población viva desplazada de sus hogares y que cientos de familias de veredas aledañas se hayan tenido que instalar en las cabeceras municipales por culpa de la violencia. “Hoy vemos hacinamiento, así como condiciones precarias de vida: en muchos no hay acceso al agua, así como tampoco a comida ni medicamentos”, aseguró Luis Ángel Argote, coordinador de MSF en el departamento de Nariño.
En muchos casos, hay mujeres embarazadas o pacientes con enfermedades crónicas que no pueden ir al hospital a sus chequeos habituales o niños que se ven privados de las vacunas básicas.
La población de esta zona se ve expuesta a la inseguridad, las amenazas de los grupos armados que tiene presencia allí y el aumento de minas antipersonales que ponen en peligro su movilidad.
La Defensoría del Pueblo lanzó el mes pasado una alerta temprana de inminencia por el escenario de riesgo ante desplazamiento forzado y atentados contra la vida que había en el territorio, y que podían “suponer, en el muy corto plazo, el agravamiento de la situación humanitaria existente”. Este escenario de riesgo se deriva de los combates que se produjeron entre el 12 y 13 de julio entre el Ejército y facciones disidentes de la extinta guerrilla de las Farc que se produjeron cuando la Fuerza Pública intentó que los desplazados volvieran a sus veredas. Y también por las amenazas que sufrieron en junio y julio líderes y autoridades.