En contra de normas que discriminan
Acceso a vivienda en arriendo es una de las limitaciones para la población LGBTIQ. Iniciativa da apoyo.
Johana Guerra y Lina Piñeros fueron discriminadas con excusas inverosímiles a la hora de alquilar un apartamento para vivir en Bogotá. Cuando decían que eran pareja la actitud de los arrendadores cambiaba completamente y tenían que volver a empezar de cero su búsqueda.
Como ellas, son muchas las personas de la comunidad LGBTIQ que tienen que enfrentar la discriminación para conseguir una vivienda, barreras contra las que luchan iniciativas como la campaña ‘Arriendo libre de estereotipos'.
Guerra cuenta a Efe: “Llegué a ver el apartamento y creo que él pensaba que era para alguna de las dos nada más (...) Me preguntó para quién era y le respondí que era para las dos. De una cambió la actitud”, relata Piñeros. Según asegura, el hombre se “inventó cualquier excusa” y les dijo, apenas un día después, que decidió no arrendar, el apartamento porque “salieron otros planes y ya no estaba disponible”.
Según el informe 5 derechos en clave trans, publicado por el Grupo de Acción
y Apoyo a Personas Trans (Fundación GAAT), esta comunidad se tiene que enfrentar a una “relación de poder desigual” a la hora de acceder a una vivienda bajo arriendo.
En esa relación aparecen “las representaciones y prejuicios” que asocian a las personas trans con el trabajo sexual, lo cual ha creado “dinámicas sociales, económicas y políticas de exclusión de los lugares donde ‘nos permiten' vivir –o deberíamos hacerlo– hacia ciudades, barrios y zonas marcados por la marginalidad, el empobrecimiento, la delincuencia”.
La directora ejecutiva de la Fundación GAAT, Danne Aro Belmont, explica a Efe que entre las barreras están el rechazo “cuando la persona trans es visible, es decir cuando es una persona trans que está iniciando su tránsito”, y “los cobros excesivos” solo por dejarles vivir en un espacio.
También en algunos lugares hay personas que se encargan de hacerles la vida imposible “basándose en el prejuicio de que somos criminales, escandalosas o que ejercemos la prostitución”.
“HABÍA VECINOS QUE VIVÍAN ALLÍ Y DECÍAN QUE NO PODÍAMOS HABLAR CON SUS HIJOS”.
Danne Aro Belmont
Directora Fundación GAAT