No compare
Quizá ni se entere y sé que me meto con un gallo de gran espuela, pero me arriesgo a ripostar a la columna que el escritor Héctor Abad Facionlince publicó el domingo pasado en El Espectador. En su escrito, el maestro Abad configura para el año entrante un escenario electoral en el que una extrema derecha y una extrema izquierda van a pelearse la presidencia si el centro no encuentra la unidad para evitarlo.
Cuando a mí me dicen extrema izquierda pienso en abominables, militaristas, patriarcales como los dictadores Stalin de la extinta U.R.S.S o Pol Pot de Camboya. Tan Sanguinarios que guerrilleros colombianos como ‘Tirofijo' o el ‘Mono Jojoy' parecen zancudos ante ellos. Por más autoritario que sea el candidato de Colombia Humana, Gustavo Petro, no me cuadra en esa definición. Más me preocupa la arbitrariedad de la alcaldesa de Bogotá, Claudia López, quien es de centro.
Aclaro de antemano que rechazo toda expresión de vandalismo en la protesta social. Es totalmente contraproducente y perpetuadora del círculo vicioso en el que aún chapaleamos. Pero, con todo respeto, señor Abad, no compare el daño al inmobiliario urbano con el asesinato de más de 800 líderes sociales. Ni la presunta financiación de canecas y cascos para que se protejan los manifestantes de la Primera Línea con producir la nefasta cifra de 6.402 Falsos Positivos. Entiendo sus miedos que surgen de su propia vida signada por la violencia, pero por favor: reevalúe su sentido de proporcionalidad.