Bicitaxismo, en el limbo
Desde hace más de 2 décadas la ciudad es testigo del bicitaxismo, que nació espontáneamente al lado de los portales y estaciones de TM como solución a los trayectos que son muy largos para hacerlos a pie y muy cortos para hacerlos en carro.
El lío es que lo que era una solución a la movilidad entre los barrios, creció desordenada y sin reglamentación a los ojos de las autoridades, que a veces ejercen control, pero nunca la han reglamentado.
Hoy circulan 4.700 bicitaxis. La mitad de ellos usa motores de gasolina para hacer los trayectos más rápidos, sin importar el riesgo de accidentalidad. Kennedy y Bosa concentran el 60 % de la oferta. Allí, en la última semana, se han realizado marchas contra los operativos, pero deben tener claro que prestan un servicio público informal que debe ser reglamentado.
No hay barreras para operar un bicitaxi: mujeres, migrantes, adultos mayores y población vulnerable se vinculan a sabiendas del riesgo de prestar un servicio no legalizado.
Y es que para el 90 % de los bicitaxistas, esta labor es su única fuente de ingresos, según datos de la Secretaría Distrital de Movilidad.
Reglamentarlo no es fácil. Se deben definir las características del vehículo; el pago de pólizas y seguros que cubran a los pasajeros ante cualquier riesgo; la exigencia de licencia de conducción y la forma como se prestará el servicio, además de las tarifas. Esta tarea será más compleja si se integra al sistema TM como servicio de última milla.
El bicitaxismo es una tarea pendiente que la administración distrital no puede omitir; se requiere actuar pronto y con celeridad para evitar que el problema escale a mayores proporciones y se convierta en una ‘papa caliente'.