Libro de la selva
Algunos escritores no tienen una obra extensa, pero sí excelsa. Uno de ellos es José Eustasio Rivera. Su novela La Vorágine es un clásico hispanoamericano; su poemario Tierra de promisión, una creación tan auténtica que es fundamental en las letras de nuestro país.
No podemos dejar que se acabe 2021 sin detenernos en la segunda, un conjunto de 55 sonetos, porque en este calendario se celebra un siglo de la primera edición.
El autor nacido en 1888 en San Mateo, corregimiento de Neiva, elevado a la categoría de municipio y nombrado Rivera en su honor, además de su amor por las letras también profesaba un sentimiento profundo por el país. En comisiones oficiales recorrió la Orinoquía, en límites con Venezuela, revisó las condiciones de vida de los colonos y denunció las injusticias que se cometían contra los habitantes de esas regiones excluidas de los beneficios del centralismo. En tales recorridos jamás tuvo la actitud de un funcionario; lo embargaban la apasionada sensibilidad del poeta y la integridad del hombre honrado.
Conmovido por la exuberante naturaleza, con los ojos y el alma llenos de selva, escribió en el soneto XIV:
“¡Soy un hijo del monte! Por su sitio más fresco/ busco, siempre cantando, la sonora colmena;/ y en las grutas silentes mi garganta se llena/ de panales nectáreos y de almendras de cuesco”.
Bien podríamos decir, como se habla en la calle, Rivera era “enfermo” por Colombia: debido a sus idas a la selva, contrajo una malaria cerebral, que finalmente tal vez causó su muerte, en Nueva York, el primero de diciembre de 1928. saldaletra@gmail.com