Buses inseguros
Las bogotanas son las que realizan más viajes a pie y en transporte público; sin embargo, son las más afectadas por la inseguridad en los buses del SITP. En 6 de cada 10 casos de hurto son las víctimas. La mayoría de las veces por atraco y, en menos casos, por cosquilleo.
A la inseguridad se suma el acoso sexual y otras violencias en el transporte público, un tema que no es sólo de Bogotá, es una perversa tendencia en América latina. De allí varias de las mujeres opten por movilizarse en moto o en bicicleta, medios más seguros, pero más riesgoso.
Las mujeres usan el transporte público no sólo por trabajo sino también por diligencias del hogar, de los hijos y los adultos mayores de su grupo familiar. Esto, de por sí, ya es un desafío para que la Administración piense en planeación urbana desde una perspectiva de género. Una mujer, víctima de hurto e intimidación en el SITP es una ciudadana que vive con miedo en la ciudad, que reclama espacios más seguros, paraderos más iluminados, buses más cómodos, con cámaras de seguridad, y, sobre todo, un transporte público digno y de calidad; aunque hay que reconocer los cambios con los nuevos buses en términos de carrocería, sillas y logística de rutas.
El mayor pie de fuerza en los buses, no es suficiente si no se trabaja, con la policía, en protocolos para atender una denuncia de una mujer; si no se capacita a conductores en manejar sin tanta brusquedad; si no se aplica una cultura ciudadana. Y, sobre todo, si no se trabaja para reducir el riesgo y la vulnerabilidad que tienen las mujeres cuando se desplazan en un bus del SITP.