Mascotas, las otras protagonistas de la guerra en Ucrania
La mayoría de familias ucranianas huyen de la guerra tirando de la correa de un perro o aguantando el nicho de un gato, lo que ha llevado a vecinos y ONG en Polonia a donar comida, juguetes, correas y arneses para mascotas, mientras otras organizaciones tratan de cuidar animales en zoológicos de Ucrania.
Además de 3,1 millones de madres, niños y abuelos, cientos de miles de mascotas salieron a la frontera con Ucrania para ponerse a salvo: los refugiados han dejado claro que sus amigos de cuatro patas son parte de la familia y no los dejan. Los gatos, muchos pelirrojos o grises con ojos claros, llegan envueltos en mantas para protegerlos del frío tras viajes de horas o días. No se les oye maullar, ni fueron un problema añadido en la huida; más bien una fuente de consuelo para los más pequeños, que se han tenido que separar de su padre, amigos, maestros y la vida que conocían.
“Nosotras viajamos solas. Mis abuelos no quieren irse, dicen que su casa está ahí”, asegura Jane que está en Varsovia con Mika, un caniche blanco.