Reducir el ‘acelere’
Poco a poco se restablecen las actividades en este 2019; sin embargo, eso puede costarnos un poco, debido a que algunos consideramos que el descanso fue insuficiente y ello implica un costo para adaptarse al acelerado ritmo de nuestra vida urbana.
Vale la pena reflexionar sobre a lo que nos deja el descanso frente a las rutinas. Primero, destacar que hacer es tan relevante como descansar. Aunque el mundo parece cuestionar y menospreciar lo segundo, catalogado como improductivo y ocioso, debemos valorar el reposo para la salud física y mental.
En una sociedad tan agitada y sobreestimulada, no hay espacio para escuchar, oler, observar, saborear o percibir, pues andamos dopados por el exceso de información, la presión del tiempo y la necesidad de producir; el actual modelo de vida urbano es agotador y limita nuestras capacidades básicas. Gracias al descanso desaceleramos el ritmo de vida y ampliamos las posibilidades de percibir, aprender y entender.
Hay que priorizar el equilibrio entre activismo y reposo. Es preciso aprender a distribuir el tiempo, dar espacios para el desarrollo personal, familiar y profesional, así como incluir en la agenda un interés espiritual; estos factores están ausentes cuando solo se piensa en el hacer incontrolado.
Si reducimos el ‘acelere’ se mejora la salud individual y social, pues no solo minimizamos el riesgo de caer víctimas del estrés y demás patologías, sino que también se reducen males como la violencia intrafamiliar, el maltrato infantil, el egoísmo y la indiferencia social.