Memoria selectiva
Todos los días nos enteramos de situaciones que nos avergüenzan como sociedad, sin embargo, se convierten en indignaciones pasajeras que hacen de nuestra realidad una simple anécdota de la cual no se aprende ni se construye sobre ella.
Promesas incumplidas que solo fueron estrategias electorales para captar los votos de los más ingenuos; sistematicidad en la muerte docenas de lideres sociales, incumpliendo así acuerdos firmados entre el Gobierno y las Farc; alcaldes con alta popularidad a pesar que incumplen con sus promesas de seguridad; fiscales anticorrupción capturados por corrupción; puentes caídos por concesiones lideradas por banqueros financiadores de campañas presidenciales ganadoras; campañas presidenciales pagadas por multinacionales y que en otros países ya han cobrado dimisión de altos cargos gubernamentales.
Ahora tenemos ante las manos una nueva joya que pasará a la historia (pero sólo en los titulares de prensa): un Fiscal que ignora todos las pruebas en su contra sobre su conocimiento en el caso Odebrecht y se rehúsa a renunciar.
¿Por qué olvidamos tan fácil las afrentas que nos hacen los gobernantes e incluso luego volvemos a votar por ellos o por sus herederos? ¿Será que tenemos memoria selectiva y olvidamos lo que nos hace daño y por eso no aprendemos, haciendo que nos lastimemos de nuevo?