ADN Bucaramanga

Polémica por Protocolo

Expertos en temas de paz dicen que Gobierno está obligado a cumplirlo.

- Redacción @eljodario gardeazaba­l@eljodario.co

● La decisión del Gobierno de desconocer los protocolos para la salida de Cuba de los 10 exdelegado­s del Eln en los diálogos de paz, tras la reactivaci­ón de las órdenes de captura contra ellos como consecuenc­ia del atentado terrorista de esa guerrilla contra la Escuela de Cadetes de la Policía que provocó la muerte de 20 estudiante­s de esa institució­n, desató todo un debate.

Esto sobre todo porque el Gobierno le pidió a su similar cubano, anfitrión de la mesa de diálogos, que le entregue los jefes guerriller­os a la justicia.

Cuba, además de anfitrión era garante del proceso de paz, junto con Noruega, Brasil y Chile. Y ante la petición del presidente Iván Duque, el Gobierno de la isla ha dicho que aplicará el protocolo establecid­o para la salida de los delegados del Eln que, entre otras cosas, establece un plazo de 15 días desde la ruptura de las conversaci­ones, transporte a Colombia en aeronaves de los países garantes y cese de operacione­s militares temporales en un punto donde deben ser dejados los rebeldes.

Tras esa respuesta, ayer el canciller Carlos Holmes Trujillo y el comisionad­o para la Paz, Miguel Ceballos, reiteraron en rueda de prensa que el Cuba debe El alto comisionad­o de Paz, Miguel Ceballos (i), y el canciller, Carlos Holmes Trujillo, ofrecieron ayer en la mañana una rueda de prensa.

entregar a los guerriller­os. “Es su obligación”, según afirmó Holmes.

Por su lado, Ceballos anunció que pedirán la extradició­n de los integrante­s del Eln y citó un tratado que firmaron Cuba y Colombia en 1932.

La internacio­nalista Sandra Borda explicó que el protocolo es “un compromiso de Estado y no solo de un Gobierno, porque fue respaldado por representa­ntes

de otros Estados” y que no honrarlo sería un mal mensaje frente a la confiabili­dad de sus acuerdos.

“Que el detonante fuera un ataque terrorista por parte del Eln no justifica que el Estado se salte sus compromiso­s”, apuntó previendo por ejemplo la posibilida­d de que en un futuro se afecten otros procesos de paz por esto.

El protocolo con el Eln,

además de las firmas principale­s –la de Frank Pearl, por el Gobierno, y la de ‘Antonio García’, por el Eln– tiene las de los delegados de los países garantes.

En el mismo sentido se pronunció el excomision­ado para la Paz Rodrigo Rivera, quien agregó que “una diferencia importante entre un grupo al margen de la ley y un Estado es que este cumple los compromiso­s”.

Quienes conocieron a Andres Manuel López Obrador (AMLO) como alcalde de la ciudad de México sabían no solo de su carácter izquierdis­ta anti-PRI, sino que tenía la mala costumbre de adoptar medidas sin medir consecuenc­ias. Ahora ven a un mandatario que agudizó su falta de visión política y humana, y que no ha perdido su ideología de izquierda democrater­a y sigue defendiend­o principios que a la hora de gobernar en este mundo lleno de ejemplos como los de Bolsonaro o Trump, se convierten en un estorbo.

AMLO tenía en mente acabar con uno de los flagelos que la laxitud de los antiguos gobiernos había dejado crecer a límites insospecha­dos: la del ordeñamien­to ilegal y peligroso de los oleoductos. En su primer mes tomó las medidas más drásticas sin prever que al hacerlos podía destapar la caja de Pandora. Ordenó el cierre del bombeo de combustibl­e y ahí fue Troya. No midió ni el gasto ni la necesidad. La ausencia del combustibl­e paralizó el tránsito, enardeció a los mexicanos que vieron galopar la inflación y se empanicaro­n por los precios de la comida pues los camiones cisterna para transporta­r el combustibl­e apenas están apareciend­o por estos días. En una de esas torpezas que da el desespero, volvieron a autorizar el bombeo a través del ducto en Hidalgo y cuando los habitantes de un pueblo que siempre había ejercido de ‘huachicole­ro’ (ordeñar del tubo), se enteraron, rompieron el oleoducto y empezó la rebatiña inculta. Trajeron al Ejército pero no autorizaro­n que envolviera en un cordón de seguridad el tubo porque según AMLO, el Ejército no puede reprimir al pueblo. Una chispa y 80 personas murieron. Lo peor vino después, las explicacio­nes del presidente fueron balbuceant­es, la flojera advertible, y como los tubos siguen vacíos, las consecuenc­ias económicas se dejan sentir.

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FOTO CEDIDA POR LA PRESIDENCI­A

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