Reculamos o cambiamos
El Contralor Córdoba presentó un proyecto de ley reculador para restituirle el cogobierno a las Contralorías reviviendo el control previo del que gozaron hasta el 91. Su petición es la confirmación de que por todos los costados la Carta del 91 hace agua. Mientras más días, más estorba, hasta el punto de que ya estamos convencidos que es la causante de muchos de los problemas que sufre el país.
Esa Constitución, entre otros absurdos, empoderó a los indígenas, les dio tratamiento de ciudadanos especiales, les admitió normas judiciales paralelas o diferentes a las de los demás colombianos y les concedió tantas prebendas que ningún gobierno ha sido capaz de cumplirlas y cada tanto de tiempo tiene que enfrentarse al justo reclamo de quienes exhiben la Carta del 91 como mandato.
Esa Constitución generó la existencia de 5 cortes, la utilización de 7 instancias para terminar un juicio (como lo dijo Vargas Lleras), la existencia del embeleco del Consejo Nacional Electoral, y el enfrentamiento entre Fiscalía, Procuraduría y Contraloría para que muchas veces se metan cada uno por su cuenta a investigar lo mismo. Y, lo que es peor, la Carta del 91 impulsó el exceso de gasto público y los elevados costos para cumplir con sus mandatos no solo en Bogotá sino en todo el país manteniendo en déficit permanente al Tesoro Nacional.
Cada nuevo trauma que la Carta del 91 nos conlleva haría pensar a cualquiera que ha llegado la hora de hacer una Constitución más acorde a lo que somos: un país de regiones. Pero los que ordeñan al Estado le tienen pánico a una Constituyente y nadie la convoca de miedo a que les arrebaten la teta. Muchos, como el Contralor, prefieren recular.