La PTAR Santuario vierte mejor líquido
Planta de Piedecuesta trata el 100 % de sus aguas residuales.
● ¿Ha pensado por un momento a dónde van a parar los residuos que usted tira a la calle y se van a las alcantarillas arrastrados por las lluvias? ¿Sabe usted a dónde llegan los residuos de papel higiénico, preservativos y otros elementos que arroja a los inodoros? En el caso del área metropolitana de Bucaramanga todos terminan en las aguas del río de Oro, desde Piedecuesta hasta el norte de Bucaramanga, pasando por Floridablanca y Girón.
La carga contaminante que recibe este afluente es la que producen más de un millón 200 mil personas, que se vertería en un 100% si no existieran las Plantas de Tratamiento de Aguas Residuales (PTAR) de Río Frío (que procesa el 100 % de las aguas residuales de Floridablanca y un 8 % de Bucaramanga), y El Santuario de Piedecuesta, que trata el 100 % de las aguas negras de ese municipio.
Girón y Bucaramanga aún están quedados en sumarse a este proceso, y claramente quienes habitan en esos municipios son los responsables de la cloaca en la que está convertido el afluente cuando pasa de Floridablanca a Girón.
Si bien las dos PTAR funcionan, la de Piedecuesta va un paso adelante de la otra pese a que empezó a operar el 8 de febrero de 2017. La PTAR Santuario es una planta de lodos activados con un sistema de aireación extendidas, es decir, su sistema es aerobio y cuenta con una tecnología tan eficiente que pese a que las aguas se procesan expuestas al ambiente no genera olores nauseabundos como la otra.
Jesús Alberto Rodríguez Martínez, jefe de la PTAR El Santuario, explicó que la planta tiene capacidad para procesar 224 litros de agua por segundo, sin embargo, en promedio
se procesan 216, aunque en algunas ocasiones se tienen picos de hasta 330 litros por segundo o baja hasta 50 en las noches.
Agregó que la infraestructura actual, que tuvo un costo de unos $34.000 millones aportados por el Gobierno Nacional, la Gobernación, el municipio de Piedecuesta y la Corporación para la Defensa de la Meseta de Bucaramanga (CDMB), es la primera de tres fases que se requieren para atender la demanda de Piedecuesta que cada día está en expansión.
En El Santuario se aplican cinco procesos para tratar las aguas y devolvérselas al río de Oro y la quebrada Suratoque con un 96 % libre de contaminación, es decir, el agua que entra con alta turbiedad sale muy clara.
El primer proceso es el preliminar, que es la entrada de agua, medición del caudal, PH del agua, filtración gruesa y fina, desarenado, desengrasado, y hasta ahí se remueve un 30 % de contaminantes. El segundo es el sistema aerobio, que con los lodos activados y un sistema de aireación (se inyecta aire al agua), se alimentan microorganismos que empiezan a purificar el agua.
El tercero es el de decantación, donde se separan los residuos sólidos de los líquidos y es donde se obtiene la claridad del agua que a través de un vertedor se canaliza para llevarla al río de Oro y la quebrada Suratoque.
El cuarto proceso es la extracción de los lodos que quedan en la parte inferior de los tanques de aireación (tanques de 40 metros de diámetro con 4.500 metros cúbicos de capacidad) y se llevan a la planta de deshidratación. Allí se les extrae el 30 % del agua y se trasladan en un vehículo a la planta de conversión en biosólidos o abono.
El tratamiento final es la fermentación, higienización y combinación de los lodos con material de poda (residuos de árboles), suyo resultado es un abono tipo A que puede ser usado en agricultura y jardinería.
“La importancia de la PTAR es la descontaminación de nuestros cuerpos de agua receptores. Con esto Piedecuesta está comprometida con el medioambiente y esperamos que sea un ejemplo para los demás municipios y empresas que vierten”, dijo Rodríguez Martínez.