Deterioro y basura en Las Gachas
Quebrada, ubicada en Guadalupe (Santander), es el principal atractivo turístico por sus rojizos y sis naturales.
● Para poder vender bocadillo con queso en el turístico paraje de Las Gachas, en el municipio de Guadalupe (Santander), Martha Espitia* debe turnarse con los otros tres vendedores la recogida de los cientos de desechos que dejan los más de 700 turistas que van los fines de semana a bañarse a estos yacusis naturales.
A cuatro horas y media de Bucaramanga, bordeando el cañón del Chicamocha, está ubicado el municipio de Guadalupe, cuya temperatura que oscila los 22 grados ofrece a los turistas un clima ideal para disfrutar de su atractivo más reconocido: la quebrada Las Gachas.
No es necesario llegar a Guadalupe para acceder a la quebrada. Los turistas, por lo general, toman un desvío antes de llegar al casco urbano del municipio hacia la vereda Sabaneta, donde aparcan los vehículos y empiezan una caminata de 20 minutos. Ya en ese punto se divisan unos cuerpos de agua rojizos.
Algo más de 250 pozos no profundos, de una circunferencia amplia y con poca distancia entre ellos, conforman la quebrada Las Gachas, donde para bañarse es obligatorio el uso de medias.
Este paraíso terrenal se ve manchado por el poco civismo de algunos turistas. Por el sector no hay canecas de basura para hacer las deposiciones de los residuos, por lo que en la zona se hallan pañales sucios, plásticos usados y bolsas tiradas en el pasto.
El color rojizo se debe a las piedras que bordean la quebrada. A este destino han llegado cientos de turistas del mundo, para divisar esta mágica zona natural de Santander.
“Unos arrejuntan la basura que ellos traen y otros si la botan en la orilla y nos toca recogerla”, cuenta Martha, quien es una guardiana de que icopores y plásticos no lleguen hasta estas aguas.
Pese a que es el lugar más visitado del municipio, no cuenta con personal que recoja la basura, son los mismos vendedores que ofrecen los productos, quienes para ganarse el derecho a estar allí deben turnarse cada semana la labor de limpieza del lugar. “Una semana recoge uno y otra semana recoge el otro. Esa fue la condición que nos pusieron en la Alcaldía”, asegura la mujer.
El fin de semana del mes que le toca a ella, puede llegar a recoger en un sábado dos costales de unos 30 centímetros de ancho por 45 de largo llenos de basura; los domingos, tres costales; y el festivo, uno, dependiendo de la cantidad de turistas.
Las canecas son muy limitadas, hace cuatro meses se robaron varias de las que había instalado la Alcaldía, solo duraron un año,
“Nos toca poner lonas porque no hay canecas y no hay donde botar la basura”, indica Martha.
Pero no solo actúa como vendedora y recogedora de desechos sino también como veedora de que se cumplan las limitadas reglas que tiene el lugar. “Acá no se puede consumir licor en botella, si lo hace le llamamos la atención para que se salga y se tome su cerveza afuera”, dice Martha.
Pese a que ella y sus otros tres compañeros deben cumplir con estas dos labores, no reciben remuneración económica por parte de la administración, solo un carné que los hace acreedores del derecho a vender sus productos allí. “Nos dicen que si
no recogemos basura, nos cobran por dejarnos trabajar”, añade.
Pocas veces, casi nunca, hacen brigadas de limpieza del lugar, la última fue el pasado 21 de junio y tenía una misión específica, evitar que el gobernador de Santander, Didier Tavera, lo viera sucio, pues planeaba visitar la zona.
“Hicimos un barrido de recolección de basura, todos los funcionarios nos fuimos el viernes en la mañana y recolectamos la basura. Recogimos unos 100 kilos que estaban desde el sendero peatonal hasta la quebrada”, confirmó Jaime Castellanos, secretario de Gobierno de Guadalupe.
El funcionario reconoció que falta personal que pueda efectuar las labores de limpieza e incluso personas que estén vigilando que se cumplan las reglas. “La multa por botar basura existe pero no tenemos personal suficiente que esté pendiente de la situación, tenemos un pie de policía muy pequeño que se encarga del casco urbano”, enfatizó Castellanos.
El funcionario hace un llamado a los turistas para que cuando vayan al lugar no tiren basuras: “la idea es incentivar la cultura en la comunidad de que si llevan una botella de agua no la arrojen al suelo sino que la tiren en las canecas que hay en el lugar”.
En el pasado mes de mayo, un hombre fue multado por la Policía Nacional al meter su camioneta a las fuentes hídricas de este lugar, hecho que generó indignación en redes sociales, tanto así que el hombre debió pedir perdón y pagar el comparendo por violar el Código de Policía.
Las autoridades esperan que para final de este año se logré tener una reglamentación más rigurosa en estas piscinas, denominadas ‘El Caño cristales de Santander’.
“Nos toca poner lonas porque no hay canecas y no hay donde botar la basura que dejan los turistas, no todos pero si muchos“Martha Espitia Vendedora del lugar.