El cuerpo y la cuerpa
Sé que es una sentencia trillada pero, por desgracia, no resuelta.
Así que, mientras no haya cambios, hay que seguir reiterándola: la valoración cultural de la anatomía humana se asemeja a la que hace nuestra especie ‘dizque superior y racional’ de la naturaleza.
Y ocurre que, tanto los discursos que abogan por el orden y las tradiciones como los progresistas de izquierda o derecha, han conducido a actos que no sólo atentan contra la flora, la fauna, los minerales y el aire, sino contra los cuerpos, en especial, femeninos. Piensen en cómo las guerras producto de la avidez por las materias primas, los penetran y descuartizan.
No sólo lo hacen los ejércitos gubernativos sino los insurgentes, con el reclutamiento forzoso de niños, niñas y mujeres quienes luego son obligadas a prestar servicios sexuales a los comandantes y a abortar en condiciones insanas.
Pero la invasión y el abuso de nuestros cuerpos no se limitan a situaciones de usufructo laboral o bélico. El mercado que no se sacia nos ha distanciado de nosotros mismos con sus estándares homogéneos y tiránicos de belleza y esbeltez. Tanto la anorexia como la ingesta compulsiva de comida son extremos de una misma política enajenante y manipuladora.
Así que, les pido que aprovechen esta cuarentena para que aprendan a amar sus curvas, piel, verrugas, estrías, huesos.
No se agredan más en pos de un canon estético absurdo. Somos desde el cuerpo, o la cuerpa, un potencial y poderoso territorio de libertad.