La guerra y olvido en Puerto Merizalde
Los niños, los más afectados en salud y educación. Hacen brigada.
● Mientras en el bosque atravesado por el río Naya la violencia gana hectáreas, en Puerto Merizalde, corregimiento de Buenaventura aledaño a la desembocadura del río, lo que gana espacio son las necesidades de la población, en especial las de los niños de los que sólo se oyen risas.
Los pequeños no se enteran de las disputas que hay por ese, su territorio, entre las disidencias del Frente 30 de las Farc y la Columna Móvil Miller Perdomo. Ambas quieren asegurar, a toda costa, ese corredor para sacar la droga por la desembocadura.
“El río Naya cuenta en su cabecera a Puerto Merizalde, que es un centro de operaciones muy importante para todo lo que se mueve acá. Ahora hay enfrentamientos de grupos que están entre 30 y 40 hombres, que quieren tener el control de la salida de la droga por este corredor, también en el sector de Cajambre y Yurumanguí”, explica el vicealmirante Orlando Romero Reyes, comandante de la Fuerza Naval del Pacífico.
Esa realidad violenta deja de existir cuando se juega un partido de fútbol, ‘a pie limpio’, en el ardiente asfalto de la cancha deteriorada del pueblo. Sólo se celebran goles y no hay sospechas de las amenazas y asesinatos de líderes sociales que tanto preocupan a los adultos.
Por ejemplo, la incertidumbre por estos días de saber si el cuerpo encontrado en el municipio López de Micay, del departamento Cauca, es del líder Iber Angulo. Él desapareció en el mes de mayo, en inmediaciones de Merizalde, luego fue asesinado.
Desde ese crimen atroz en el Naya los canaletes flotan, pero hay miedo en quienes los usan para movilizarse de una vereda a otra. Hasta salir de pesca es osadía. Sobre las aguas se asoman más tropas de la Armada que peces, éstas han incautado más de 6 toneladas de cocaína e inmovilizado 8 botes que no cumplían con las normas de la Dirección Marítima.
También se han identificado 5 laboratorios con insumos sólidos y líquidos, acciones en el marco de la operación ‘Atalanta’.
La estrategia de la Fuerza Naval ha sido clara: “Desarrollar operaciones ofensivas contra los generadores de violencia, pero apoyar a la comunidad a través de jornadas. Hablamos de casi 3.000 habitantes en condiciones de inequidad grandes. Buscamos ayudar a alivianar esa cri-
1.163 atenciones se brindaron durante la brigada que se hizo el fin de semana pasado en el pueblo.
sis en salud y educación”, dice Romero.
Esa crisis hace que los niños pasen de la risa, en la cancha, al llanto, en busca de atención. No sólo la guerra agrava la situación, también el abandono histórico del Gobierno que los condena a seguir enfermándose por falta de agua potable, pese a estar rodea- dos por el río Naya.
“Gastroenteritis, afectaciones en la piel y gripa, son algunas enfermedades con las que llegan los niños, a causa de las condiciones sanitarias. No tenemos pediatra”, reconoce con tristeza el gerente del Hospital San Agustín de Puerto Merizalde, William Valencia Valenzuela.
En medio del juego, las sonrisas de los niños son tan enérgicas que no parece que algunos tengan desnutrición, así como se vio en la reciente jornada de salud que contó con el apoyo de profesionales de la brigada Ángeles por Colombia, las Fuerzas Militares, la Gobernación del Valle y voluntarios.
“En la atención en pediatría se encontraron patologías como desnutrición, parasitosis intestinal y enfermedades respiratorias a las cuales se les está danto el respectivo manejo”, dice la médica Liliana Nastar, quien participó en la jornada que atendió a 270 niños y 300 adultos.
La desnutrición ha alarmado en algunos lugares del Valle, por ejemplo, en El Dovio particularmente en la población indígena. Para la secretaria de Salud del Valle, María Cristina Lesmes, “las condiciones del Pacífico son diferentes a las del resto del departamento. Aquí los niños tienen la posibilidad de alimentarse de forma adecuada porque la proteína no falta. Aquí tenemos otro tipo de patologías”.
La malaria sería otra preocupación. “Sabemos que hay que transformar el medio ambiente para disminuir la presencia del zancudo transmisor de la malaria. Hay que generar una cultura del manejo del agua”, agrega Lesmes.
Los charcos que deja la lluvia y el agua empozada son criaderos letales, tan letales como el atentado contra el río cuando se le arrojan los desechos.
● El río Naya se contamina “porque las tasas sanitarias giran alrededor de éste. Nos dieron una pequeña planta para tener agua potable, pero solo funciona con las lluvias. Esperamos que nos ayuden a hacer la conexión hacia el río, para poder tratar el agua y usarla durante el verano”, cuenta Camilo Delgado, rector de la Institución Educativa Técnica Agropecuaria Patricio Olave Angulo, de Merizalde.
Delgado es ese héroe de ébano que se emociona cuando habla de los niños que, para él, sus oportunidades no deben verse limitadas por guerras por el territorio, problemas de salud o por el simple hecho de ser hijos de ese pueblo.
Más allá de la salud, las pocas posibilidades de seguir educándose se convierten en otra forma en la que la guerra y el olvido hacen de las suyas en un pueblo que se convierte en la luna que brilla para las veredas aledañas. Llegar a la universidad no es fácil. Movilizarse hasta Buenaventura cuesta $60.000 y con el regreso son $120.000.
“Tenemos 647 estudiantes que luchan por salir adelante y también vienen de veredas. El colegio sólo cuenta con una lancha para transportar a los jóvenes que están en la parte alta y baja. A veces, le damos un poquito de combustible a los papás, para que ellos presten una lancha y los hijos puedan llegar” afirma el ‘profe’ de ébano.
Él insiste en que a su comunidad “no la pueden ver únicamente para hacer consejos de seguridad. Aquí podemos aprovechar el río para que los jóvenes sean emprendedores y
crear un espacio para que los egresados accedan a la educación superior”.
A esas ideas se suma aprovechar las gambetas, los goles de cabeza y alguna que otra ‘chilena’ que
se da en la cancha de fútbol deteriorada, allí donde tampoco los sueños paran.
El joven párroco de la iglesia de Puerto Merizalde, Alfonso Ruiz, cuenta que “aquí hay mucho que
ofrecer en el deporte. Uno los ve jugar y son talentos que, con formación, pueden alcanzar el deporte profesional. Eso es lo que queremos mostrar. Lo que necesitamos es tener el apoyo. Ellos terminan el colegio y se quedan sin hacer cosas provechosas”.
En medio de los asesinatos a líderes que se están dando en el país (van más de 120), el llamado a gritos en Puerto Merizalde es que se haga todo lo posible para que las risas de los niños no paren, que se enfrenten todas estas problemáticas que los afectan en esta “tensa calma” que viven los pobladores.
La Fuerza Naval sabe que debe seguir con la ofensiva hasta contra la minería ilegal que bordea al Naya y demás rincones rurales, ya van 10 dragas y 7 retroexcavadoras destruidas, pero insiste en que seguirán los esfuerzos por dar atención integral a la población y que esta sea permanente.
Mientras, los hijos más pequeños de Merizalde siguen jugándose el partido de la vida, a pie limpio, y guerreando la pelota, en medio de un futuro en vilo que demanda atención.