No hay plan B
La encrucijada ambiental y ecológica de no tener un ‘Planeta B’ para nosotros, nos ofrece la oportunidad de superar uno de los problemas que enfrenta la calidad de la vida en Colombia y América. Para lograrlo hay que enamorar a los colombianos a trabajar con la enseñanza de los cinco sentidos pues vivimos sin tacto, nos volvemos ciegos, sin gusto, sordos y anósmicos (falta del sentido del olfato), y eso genera dificultades para entender el mundo que nos rodea.
El cuidado del medio ambiente debe ir al corazón, a la motivación de seres brillantes y fascinantes que cuidan nuestro planeta. Como padres tenemos las mejores intenciones, pero nos olvidamos de la señal esencial: sentir. Padres e hijos raramente lloran juntos, poco comparten sus sueños o proyectos de vida, y tal vez por eso somos capaces de resolver los problemas de los libros, pero no necesariamente sabemos resolver los problemas existenciales, como los de nuestra supervivencia y la del planeta que habitamos. Nos estamos convirtiendo en máquinas de vivir y estamos transformando a nuestros hijos en máquinas de contaminar. La escuela, el trabajo y la casa dejan de ser una aventura agradable cuando no tenemos un propósito en la vida.
Quiero motivar a los lectores de ADN para que se pregunten ¿cuál es su propósito en la vida? y ¿cómo hacer para que el mundo sea mejor, más limpio y ambientalmente sostenible? Recuerde que si no protegemos el medio ambiente, no hay un plan B para nosotros.