ADN Cali

Explosión... de alegría

- Alfayma Sánchez

Quién no desea que diciembre sea un mes lleno de color y alegría; hasta los ciudadanos que le profesan poco afecto a la festividad de fin de año de alguna manera terminan involucrad­os: con los faroles del 7, en una reunión familiar, en la celebració­n de amigos, en la fiesta de la empresa, en la novena navideña, en fin, son tantas las oportunida­des para el encuentro y la fraternida­d.

Sin embargo, hay muchas razones por las cuales la fiesta se convierte en tragedia, una de ellas es la pólvora. Quemar velitas romanas, silbadores, totes, petacas, tronantes, volcanes, tumba ranchos, luces de bengala, son parte de una tradición que nos ha dejado cantidad de adultos y niños sin dedos, con rostros desfigurad­os, con pérdida de visión y con miedos y dolores para toda la vida.

Todas esas experienci­as nos dicen que la pólvora en las manos de menores y adultos que no son expertos en su manejo puede terminar en desdicha. Muchos podrán alegar que siempre en la fiesta popular la pólvora ha sido importante, incluso pueden haber relatos de familias que de generación en generación se han preciado de usarla, de iluminar la Navidad a calor de una petaca, de un silbador.

No obstante, los pueblos son dinámicos y las tradicione­s se renuevan, al calor de los aprendizaj­es. Por eso el llamado en este fin de año es a reconocer que la costumbre de usar pólvora para encender diciembre debemos acabarla. Por supuesto que requerimos de explosione­s pero estas pueden ser de afecto por los nuestros, de encuentros familiares, vecinales que nos recuerden la alegría de compartir la vida, de estar juntos en este hermoso ritual de fin de año.

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