Travesías y miedos de ciclista por Cali
EN UNA TRAVESÍA POR CICLORRUTAS, VÍAS DETERIORADAS Y ACCIDENTE.
Cuando los rayos del Sol anuncian el fin de la tarde, casi a las 4 p.m., Elkin Vargas le pide la bendición a su mamá, se pone la gorra y agarra su ‘bici’; ya está listo para iniciar el recorrido diario hacia su trabajo.
Las calles del barrio El Poblado II son el punto de partida. Su pedaleo es a ritmo alto y, aunque usa la ciclorruta, los obstáculos no se hacen esperar.
En la primera luz roja de la troncal, donde el sol pega directamente a la cara, los ciclistas paran y se ven obligados a apartarse a un costado, para que los motociclistas que pasan en contravía no los atropellen.
Con el corazón a mil y los cinco sentidos activados, él siente la angustia y el estrés causados por la inseguridad del momento.
La ciclorruta se acaba y los ‘biciusuarios’, que transitan a diario por la calle 44, se aglomeran en fila, al lado derecho de la vía. Contrario a los motociclistas, que pueden transitar por cualquier parte de la calle, ellos deben jugársela esquivando autos que se estacionan sin previo aviso. “Pedalear en Cali también es jugársela”, dice Elkin, en su recorrido.
Pasando por el Parque de la Caña se despierta su incertidumbre, al ver un accidente entre una ‘bici’ y una moto. Lleno de temor piensa: “pude haber sido yo”.
Elkin mira al frente y sigue su camino sin una gota de sudor en el rostro y mantiene el ritmo. No parece estar agotado, pues está acostumbrado a este trote a diario. Está en buena forma, ya que la ‘bici’ le sirve para hacer deporte y desplazarse rápido por la ciudad.
Girando a la derecha, se encuentra un camino impecable, despejado de autos y motos. La ciclovía de la Tercera Norte transmite seguridad al tener el pavimento perfecto, es como un paraíso para quienes usan la ‘bici’, pero no todo lo bueno dura para siempre.
Al llegar al barrio La Flora empieza la montaña rusa. El suelo está levantado y provoca que los ciclistas se salgan hacia la carretera, por miedo de caer al caño que se encuentra al lado izquierdo de la ciclorruta.
Elkin sigue pedaleando para llegar a tiempo a su trabajo. Cada minuto cuenta. Se va acercando, poco a poco, a su destino, que es el Super Inter de Acopi.
Sin tomar una sola gota de agua, logra llegar sano y salvo. Tan solo 50 minutos tardó, pese a los retrasos en las calles.
“Gracias a Dios llegué bien”, expresa Elkin. Después del trabajo lo espera el mismo recorrido, otros 8,6 kilómetros, y queda en la incertidumbre de qué lo sorprenderá de regreso a casa. A volver a jugársela... *Proyecto Inkuba Unicatolica – Realidad 360. *Por Asly Labrada y Valeria Ocampo
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Motociclista