Nuevos rumbos
Nuestra América está agitada. El continente se mueve y ese movimiento dice algo que no logramos escuchar bien, porque los parlantes oficiales todavía no lo hacen audible. Aquí y allá, el movimiento nos habla de algo rabioso, descontento, cansado, inconforme. Esta corriente que grita y que exige y que está dispuesta resulta del hastío. Aquí y allá, todos los días en nuestra América la mayoría de ciudadanos se levantan a diario pensando cómo estirar el sueldo, cómo sobrevivir, cómo no enfermarse, cómo “salir adelante”. Parece ser que el continente se ha vuelto invivible y que si por otros lados llueve por acá no escampa. A diario reformas, a diario indicadores que preocupan, estadísticas que no se explican y que llevan a los gobiernos a tomar drásticas medidas. Nos dicen que todo indica que no hay salida, que vivimos una inevitable crisis, que todos debemos poner nuestro granito de arena para que estas tierras no colapsen. ¿Será?
Este domingo en nuestro país nos enfrentamos a la importante decisión de elegir cargos públicos. Se definirán los rumbos de nuestras ciudades y departamentos por los próximos cuatro años. Escojamos proyectos que siembren bienestar, esperanza, buenvivir, sentido de futuro, paz, reconciliación, cuidado del bien común. La vida y la realidad de los otros deben ser reflejos de lo que somos y de lo que queremos ser; aprovechemos esta oportunidad para cambiar en lo local la pesadumbre y el hartazgo que expresa esta América vibrante.