El dedo pulgar
Sin que lo admitamos y sin que los sociólogos la estudien (¿aún existe esa profesión?), la revolución del dedo pulgar nos simboliza los cambios que sufrimos y que vamos a sentir de ahora en adelante con el dominio del ‘smarphone’ sobre nuestras mentes y ritmos de vida. Hasta antes de que el celular fuera lo que es hoy, los seres humanos nos distinguíamos de los chimpancés porque no le teníamos utilidad al dedo pulgar. Pero apenas llegó el celular y le volvimos a dar uso a ese dedo, el cambio comenzó y aumenta aunque no seamos capaces de digerirlo.
Si ve a alguien marcando su celular con el índice o con el lapicerito con punta de caucho, de lejos se sabe que pertenece a otra generación, a la de quienes nacimos en los 40, a la que se adaptó pero no asumió ni el dominio ni la esclavitud de ese aparatico que nadie quiere dejar en casa.
En cambio si ve a los chicos recién entrados al kínder o a los que ya posan de nuevos ricos llamándose millennials, todos son diestros en el manejo del dedo pulgar sobre el teclado de la pantalla. Quizás sea un detalle insignificante, pero tiene toda la carga del gran símbolo del cambio que asumió la humanidad esclavizándose o liberándose (vaya uno a saber si acaso no es lo mismo) para llegar o salir, para saber o ser incapaz de asumir tanto conocimiento. La velocidad con que afrontamos la vida es igual a la irresponsabilidad anárquica que generan las redes o a la mentira que terminamos por aceptar como realidad.