El Mulato conquista grandes escenarios
Bailarín y coreógrafo caleño estará en el Super Bowl con su grupo Swing Latino.
El resumen puede ser así: el Mulato, caleño por adopción, llegó a las coreografías de la neoyorquina de origen puertorriqueño Jennifer López gracias al exmarido de esta, Marc Anthony, pero en la repartición de bienes al momento de la separación, la cantante, productora, actriz y bailarina se quedó con el bailarín y coreógrafo colombiano.
El Mulato se ríe, mientras habla vía telefónica con este diario, desde Miami, donde se encuentra con los muchachos de su escuela de salsa, Swing Latino.
Llevan varios días ensayando 8 horas diarias para los 7 minutos más importantes en la historia del Mulato y su escuela en este momento: el intermedio del Super Bowl, el juego entre los Chiefs de Kansas City y los 49ers de San Francisco, la final del fútbol americano que ha tenido hasta 103 millones de televidentes y es la transmisión más vista en Estados Unidos.
Este partido se hace en un estadio lleno: el Hard Rock Stadium de Miami tiene un aforo de 65.326 espectadores y las boletas en reventa rondan los 7.000 dólares (21’000.000 de pesos).
Allí estará el Mulato con 24 de sus bailarines, que es como decir la selección Colombia absoluta, pues son los mejores de su escuela, jóvenes, en su mayoría, que han llegado a Swing Latino desde zonas deprimidas de Cali buscando un mejor futuro y lo tienen de la mano de Luis Eduardo Hernández, el nombre con el que lo bautizaron en una vereda de Palestina, Caldas, donde nació el 19 de agosto de 1969.
Swing Latino acompañará a Jennifer López en su presentación.
Hoy, a sus 50 años, recuerda que fue en Los Ángeles donde conoció a Marc Anthony y este lo vio bailar. De ahí llegar a J Lo fue no solo por una relación personal entre los dos artistas, sino profesional.
Con la llamada Diva del Bronx, el Mulato y Swing Latino iniciaron un camino en Estados Unidos, que incluyó la participación en el reality de ese país World of Dance, donde el grupo ocupó el tercer lugar en el 2017, entre otros.
Pero ese no fue el techo para el Mulato, que siempre ha ido por más. Hijo de gestores sociales (su papá, serenatero y bailador, pendiente de la comunidad, y su mamá, perteneciente a grupos de oración), la familia Hernández (papás, 8 hijos, abuela y un tío) llegaron a Yumbo cuando el Mulato tenía 5 años y de allí pasaron a Cali. “Éramos una gallada y nos instalamos en El Diamante, que era el último barrio antes del distrito de Aguablanca. Vivíamos todos en un espacio grande y mi papá entró a trabajar a los Ferrocarriles Nacionales”, cuenta.
En esa casa nació el primer grupo de baile de los Hernández. Porque, eso sí, han sido bailadores, “agualuleros (fiesteros), pero, sobre todo, gente haciendo tejido social y trabajo social a través de distintas actividades”, dice orgulloso. Y esa enseñanza que le viene de sus ancestros no la ha olvidado. De hecho, hoy el Mulato y su esposa, Martha Lucía Montañez, siguen celebrando el barrio, la vida y el apoyar a muchos bailarines.