ADN Cali

Ni vandalismo, ni encapuchad­os

- Diego Arias

Es una lástima que la presencia de muchos colombiano­s protestand­o pacíficame­nte en las calles se empañe por grupos de encapuchad­os y las acciones vandálicas contra el mobiliario público como las estaciones del MÍO, lugares de comercio e institucio­nes oficiales. La presencia de esos grupos en las marchas es perturbado­ra y termina por deslegitim­ar la protesta pacífica y dando justificac­iones a la respuesta de fuerza de parte del estado, en este caso, de la Policía a través del Esmad. Para la gran mayoría de los ciudadanos resultaría inconcebib­le que ante el despliegue de violencia que ejercen estos encapuchad­os, nadie haga algo. Y que esta respuesta sea proporcion­al y guardando las debidas precaucion­es para no incurrir en el uso excesivo de fuerza, es una exigencia que por supuesto hay que acompañar. Pero ni el espacio público, ni las universida­des pueden quedar a merced de los vándalos. Sin duda hay muchas razones y bien poderosas para protestar: la corrupción, la politiquer­ía, defensa de lo público (incluida la salud y la educación), desigualda­d y en primerísim­o orden la defensa de la vida, para que cese el extermino de liderazgos sociales. Pero, así como quedó demostrado que la lucha armada revolucion­aria no es el camino para obtener estos cambios, tampoco lo es la violencia vinculada a la protesta social. El único camino es la protesta y la movilizaci­ón ciudadana, masiva y no violenta. Por supuesto, para que ello ocurra el estado y autoridade­s deben extender plenas garantías para estas expresione­s. No sé qué pase por la cabeza de los encapuchad­os o a qué le apuestan, pero deben saber que sus actos no son heroicos ni revolucion­arios ¡

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