Mi luz y mi sombra
En ocasiones nos encontramos cerca de una persona conocida o que queremos mucho y nos asombramos porque la vemos que reacciona de forma extraña.
Tanto que le decimos: eres como otra persona, te desconozco, te cambiaron o así no eres.
¿Qué sucedió? Algo muy simple, una situación determinada le exigió sacar las reacciones y comportamientos que lleva guardados en lo que llamamos la sombra, o esa personalidad oculta que tenemos todas las personas, donde está todo lo que reprimimos, la rabia, el odio, los miedos profundos y muchos asuntos que no deseamos recordar.
Por eso, vemos a esa persona como extraña o desconocida, pues la mayoría de las veces vivimos desde la luz, es decir, en esa parte de nuestra personalidad donde están la amabilidad, los comportamientos socialmente llamados correctos, la educación que hemos tenido y lo aprobado por todos.
Y es que todos tenemos luz y sombra, y ambas dimensiones de nuestra personalidad las debemos conocer, aceptar y manejar; porque las necesitamos.
Por ejemplo, cuando estamos ante un posible atraco o una situación de abuso, hacemos uso de esa fuerza guardada para defendernos, de palabras, gestos y comportamientos que diariamente no usamos y que para sobrevivir los necesitamos.
Yo elijo qué uso y para qué.
Por ello, para una mejor convivencia es importante que cada persona las use a consciencia y asuma los impactos de sus actos.