Mal uso del tapabocas
Entramos en una fase de prevención frente al coronavirus en la que la disciplina se hace indispensable. Sí, claro, aquí muchos pueden pensar que entonces las cosas van a ponerse difíciles, pues la disciplina no es el rasgo que nos caracteriza como nación. Y puede que tengan razón en algunos aspectos, pero yo prefiero ver el mundo de una manera mucho más positiva.
Estoy seguro de que, sea cual sea nuestra historia, en los momentos más complejos los colombianos sabemos mostrar de qué estamos hechos para seguir adelante.
Y sí, también es cierto que algunos, ojalá cada vez más pocos, parecen no entender que el tapabocas no es un adorno para la quijada, o una especie de hamaca para la papada. O que las caretas protectoras, que al final de cuentas solo las debería usar el personal médico, no se pueden llevar levantadas sobre la frente como si fueran parasoles. Porque hemos visto por la calle a personas provistas de guantes, tapabocas y careta protectora, dejando todo de lado para disfrutar de una empanada o de un buñuelo mientras conversan animadamente en un corrillo de amigos o con el vendedor.
Pero, insisto, estos casos son pocos frente al enorme número de personas que tienen la disciplina para seguir paso a paso las indicaciones de las autoridades sanitarias. De ello depende la salud de todos. No será fácil, pero en el retorno a las actividades económicas, la responsabilidad de cada uno representa el bienestar de toda la sociedad.