Punzante novela de Gustavo Álvarez G.
ESCRITOR HABLA DEL LIBRO QUE PRESENTARÁ EN LA FERIA DEL LIBRO EN CALI.
Escritor vallecaucano presentará Los sordos ya no hablan, en la Feria del Libro.
No ha habido un momento de la vida en el que el escritor Gustavo Álvarez Gardeazábal se hubiese sentido más “inútil”, como aquel 13 de febrero del año 1985 cuando ocurrió la tragedia de Armero. Sus batallas no fueron suficientes para evitar lo que de antemano sabía que podía pasar: una catástrofe de inimaginables magnitudes que dejaron una cicatriz imborrable en el país.
“Cómo era posible que yo estuviese tres años o más, avisando por mi columna advirtiendo lo que podía suceder, resistiendo el garrote que me daba la gente de Manizales, porque ellos no querían admitir que el volcán iba a estallar porque se les dañaba la feria”, cuenta el escritor vallecaucano.
Gardeazábal recuerda que el doctor Hernando Arango Monedero, quien fue alcalde de Manizales y luego Representante a la Cámara, convocó a un debate al ministro de Minas, de ese gobierno de Belisario Betancourt, quien era Iván Duque Escobar, “el papá del que le ha tocado ahora manejar la pandemia, y este señor le dio unas respuestas muy vagas a la petición que él le hacía, igual a la mía, que le pusieran un sismógrafo a ese volcán, pero fue tan desabrida la respuesta como grande la responsabilidad de ese gobierno”.
Esta situación lo llevó a darle vida a ‘Los sordos ya no hablan', una novela que entre la realidad y la ficción reabre un capítulo amargo en la historia colombiana, para cuestionar la ‘sordera' de una sociedad indiferente.
“Este es un país de sordos, ejercemos la sordera cada que tenemos la advertencia. Es posible que en eso aparezcan muchos factores de nuestra formación. Cabe recordar que este país se hizo con la cruz y con la espada y como tal nos advirtieron toda la fuerza de la divinidad y el destino y la gente se soporta lo que sucede y cree que no se puede prever lo que la divinidad ha seleccionado para cada quien. Pero también aparece el desconocimiento de las cosas y de minimizar”, cuenta Gardeazábal.
Para el escritor, la primera vez que escribió la novela fue todo un reto, debido a las presiones políticas y literarias del momento.
“Cuando me eligieron por primera vez alcalde popular en Tuluá en 1988 vino otra tanda de garrotazos. He sufrido muchísimos, los he provocado seguramente, pero aprendí a tener caparazón de tortuga y me atacaron muy duro porque yo había traicionado la literatura y me había metido a la película. Como me fue bien, en esas condiciones me sentí tocado y empecé a demostrarles que siendo alcalde puedo escribir una novela”, recuerda la novela que fue publicada en 1991.
El libro, reeditado este año, será uno de los que abrirán el telón de la Feria Internacional del Libro.
¿Adelanta otros proyectos?
Ya esta edad voy a cumplir 75 años el Día de las brujas y como no lo puedo celebrar por andar encerrado, lo único es usar los sistemas de ahora de la pandemia: el zoom, meet, skype, para ponerme en contacto. Doy algunas charlas.
¿Qué lo motiva a escribir?
Como vivo al tanto de la noticia y tengo antenas que ahora las llamo Algoritmos; tengo como un algoritmo incorporado y me permite hacer algoritmo perfil rápidamente de otros personajes y a eso se debió el éxito diario de mi columna de ADN por casi diez años. De la misma manera, los temas que escojo para hablar en mi podcast son interpretados con esa misma rapidez, por eso tal vez se me pide tanto consejo, porque alcanzó a advertirlos con rapidez.
¿Cómo ha visto la polarización política, en especial, en los jóvenes?
He sido enemigo acérrimo de la violencia en Colombia, he escrito tantos textos sobre el tema, con la esperanza de que el país no volviera a entrar a los elementos constitutivos de esos enfrentamientos, pero llevamos una carrera enloquecida por polarizarse. Me preocupa muchísimo, porque cada vez hay más agresividad por lado y lado no profundizan en la información y se quedan con los pocos caracteres del Twitter o los titulares de los diarios y no leen con profundidad porque les aterra leer en pantalla más de 2000 caracteres, entonces tienen una tendencia a ser manejados hacia las polarizaciones y queda fácil llevarlos hacia allá. Hay maestros del caos que no son más que seguidores de lo que hacía Lenin hace 120 años.