Redescubrimiento
Antier se cumplieron 528 años del descubrimiento de América. Una fecha no desprovista de polémica sobre todo a partir de que, desde hace unas tres décadas, el decolonialismo, entre otras corrientes de los estudios sociales, empezara a cuestionar si tal acontecimiento debía celebrarse o conmemorarse.
Por fortuna, dicha propuesta de ruptura y reconstrucción epistémica viene confrontando la supremacía hegemónica eurocentrista y reescribiendo una historia oficial que hasta entonces había sido narrada sólo desde el parámetro de los vencedores.
Para mí por primera vez, y espero que a partir de ahora, la fecha sí se trata de un festejo y éste se dio por adelantado cuando a mediados de septiembre de este año los indígenas misak derribaron en Popayán la estatua del conquistador Sebastián de Belalcázar. Lo increíble no es que ellos se hayan atrevido a semejante osadía, vista desde la perspectiva de quienes aún no se han 'emancipado a sí mismos de la mentalidad esclavista', parafraseando al profeta Bob Marley. Lo increíble, repito, es que durante dos siglos esta nación haya considerado válido erigirle un monumento a un hombre tan infame. Como la inmensa mayoría de su calaña, Belalcázar no fue más que un asesino déspota que cegado por la codicia usó el discurso amoroso de ese gran personaje histórico que fue Jesús, para someter a los pueblos oriundos.
Por nuestra dignidad y libertad, sin ningún pudor y muy convencida, les invito a que sigamos el ejemplo de los misak: derribemos opresores y redescubramos identidades.