Marchas ‘ultras’ asustan a Brasil
TINTES ANTIDEMOCRÁTICOS EN MANIFESTACIONES.
Bolsonaro, un capitán de la reserva del Ejército nostálgico de la dictadura militar (1964-1985), prometió a sus seguidores que comenzó a “ser escrita una nueva historia” en Brasil y pidió a Dios que le dé “fuerza y coraje para decidir bien”. El presidente afirmó que solo Dios lo sacará de la Presidencia y reiteró, en tono dramático, que solo hay tres escenarios posibles: “Ir preso, morir o la victoria”. "Yo nunca seré preso”, declaró. incluso la “prisión para la Corte Suprema”. El propio Bolsonaro volvió a atacar a la máxima corte del país, que lo investiga por la difusión de noticias falsas en el marco de un proceso que ya ha llevado a la cárcel a numerosos activistas de ultraderecha, y lanzó críticas directas al magistrado Alexandre de Moraes, impulsor del caso.
Bolsonaro busca así una demostración de fuerza en momentos en los que su popularidad se encuentra a la baja, con un aprobación que ronda entre el 25 % y el 30 %, y las encuestas vaticinan una victoria del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, su principal antagonista político.
Las manifestaciones también se producen después de diversos reveses tanto en el ámbito judicial como legislativo que han generado fuertes tensiones institucionales y que la oposición teme que pueda derivar en el “golpe” que los conservadores más radicales le exigen al gobernante. Dichas tensiones han crecido desde el año pasado, agudizadas
La izquierda también convocó marchas contra Bolsonaro en varias ciudades, aunque la afluencia fue menor. ahora por la desconfianza sembrada por Bolsonaro en el sistema electrónico de votación que Brasil adoptó en 1996. Bolsonaro ha avivado el fantasma del fraude de cara a los comicios presidenciales de 2022 para anticiparse a un eventual y posible triunfo de Lula.