Van 250 espacios de interés arqueológico
LA ZONA SUR ES PROTAGONISTA DE LOS HALLAZGOS ARQUEOLÓGICOS.
En el valle de Aburrá se han hallado, principalmente, vasijas enterradas.
Más de 250 de espacios con valor arqueológico han emergido en los últimos cinco años en el valle de Aburrá, los cuales cuentan con un valor importante para conocer cómo vivían los antepasados que habitaron este territorio.
Estos vestigios han salido a flote al remover el pavimento en las vías para realizar obras. Así se han descubierto fragmentos de cerámica, herramientas en piedra, aljibes, canales en tierra para la conducción de aguas, huellas de postes para viviendas y tanques, entre otros vestigios que dan cuenta de cómo vivían los primeros humanos que habitaron el valle de Aburrá y la ciudad de Medellín.
El último hallazgo, realizado por el arqueólogo Juan Pablo Díez, fue el 8 de mayo del 2019 en la construcción del autódromo del Central Park, en Bello. Allí se localizó un sitio de vivienda indígena con un enterramiento humano en una vasija.
“Los retos óseos estaban cremados y metidos dentro de la vasija de cerámica”, explicó Díez, director de la corporación para Investigaciones y Estudios en Sociedad, Patrimonio, Ambiente e Historia, SIPAH.
La zona sur también ha sido protagonista de hallazgos, lo que se debe en gran medida al acelerado desarrollo inmobiliario en esta zona.
En sitios como La Calleja (Envigado), Ciudadela del Valle (Itagüí), La Finca (Itagüí), Las Palmas ‘Country’, Metroplús 2A Envigado, Prado Campestre (San Antonio de Prado) y la sede de Telemedellín (El Poblado) se hallaron vasijas de cerámica que guardaban en su interior restos humanos. Aunque sus cuerpos ya no pueden dar cuenta de la edad, los dientes que son los únicos que se conservan, si pueden evidenciarlo.
Los recipientes más reducidos están finamente acabados, aparentemente cuentan con una mejor elaboración tecnológica y estética, lo cual era una práctica constante y común en la antigua sociedad.
Pareciera entonces que existía todo un ritual alrededor de estos enterramientos que tendrían entre 1.800 y 2.500 años de antigüedad aproximadamente, tal como lo confirmó Díez, además de mencionar que “no se puede dar total claridad del porqué estas piezas cuentan con características particulares de mayor elaboración”.
Los parientes, personas consanguíneas o políticos escogían la ubicación del enterramiento. Es por ello que son categorizados como espacios de relevancia simbólica. Todo lo anterior, se sitúa en la época prehispánica (antes de 1541) donde se destacan rasgos de diferentes tipos de actividades humanas realizadas en el pasado, como canales en tierra para la conducción de aguas, y suelos quemados.