Dau es un caso
La primera vez que me hablaron de William Dau fue en Getsemaní. Fue el Peludo Támara, mientras vendía ropa multicolor para pagar las ediciones de sus libros. El escritor cartagenero del barrio de Torices me hizo su radiografía con la misma cadencia misteriosa con que narra las acciones de sus personajes. Según él, Dau debía ser el alcalde de Cartagena porque era el único que se le había enfrentado al Turco Hilsaca y no le pasó nada. Luego le pregunté, la víspera de las elecciones, a Dubis la prodigiosa chef del Portón de San Sebastián: “ese señor gana porque es primera vez que alguien les
‘para el macho’ a los ordeñadores de toda la vida”. Dau ganó. Las usadas y corrompidas maquinarias politiqueras de Cartagena se quedaron chupando el dedo, pero esperan que gobierne para que se equivoque por inexperto y repita el triste espectáculo del locutor Campo Elías Terán, tan bisoño en el manejo de la cosa pública que terminó involucrado en los hilos que hoy Dau ataca con fiereza. Si uno lee a Dau en su entrevista con Yamit o lo oye y ve que fue capaz de pedirle al presidente Duque que le ayude a sacar de Cartagena a los dueños del poder Juancho García, William Montes, ‘La Gata’, Vicente Blel, el Turco Hilsaca, debemos temer porque la batalla va a ser desigual y en vez de salir triunfador, con una Cartagena sin capos, puede ser aplastado por esa maquinaria y encartado en cualquier truco legal para atajarlo. Si es astuto les barre ese acumulado de vicios administrativos malolientes y
Cartagena puede ejercer de ciudad. Por loco que parezca hay que respaldarlo, desde Bogotá hasta La Boquilla.