El robot que llevará domicilios en Medellín
Ya funciona en EE. UU. y promete ser un grande avance tecnológico.
Felipe Chávez, Jeison Oviedo y Sergio Pachón son tres bogotanos que en un principio querían desarrollar una empresa de domicilios de uso exclusivo en las universidades.
Entonces, primero lo hicieron con personas y después comenzaron pruebas con un pequeño robot que cargaba una canasta monitoreado por dos celulares conectados por videollamadas.
Estas pruebas arrancaron en el 2017 en el campus de la Universidad de Berkeley, en California.
En la experimentación descubrieron que la llamada de monitoreo no era tan práctica para los usuarios, sino que para ellos era más viable puesto que les permitía realizar una labor de vigilancia sobre la operación y que se podría hacer desde Colombia.
Y es bajo esa modalidad que hoy funciona la empresa Kiwicampus que tiene su sede en el barrio Astorga.
Desde allí, un equipo de ingenieros sigue los desplazamientos de los 100 Kiwibots que trabajan en dos universidades norteamericanas, una en California y otra en Colorado.
“Acá tenemos que hacer las pruebas de hardware y de software del robot para que ya, cuando entremos a hacer órdenes, en Medellín, el robot esté totalmente listo para campo y enfrentarse a la realidad”, dice Stephanie Falla, gerente de Operaciones.
Esta es la segunda generación de los robots que hace domicilios en Estados Unidos y que está en fase de pruebas en Medellín. Los robots fueron producidos en China y ensamblados en Colombia.
Ellos funcionan bajo un software que mezcla autonomía, bajo la inteligencia
‘AÚN NO TENEMOS UNA FECHA PREVISTA PARA COMENZAR OPERACIÓN’. Stephanie Falla Gerente de operaciones
artificial, y la supervisión constante para vigilar sus operaciones.
Falla menciona que les gusta decir que, más que la empresa que ha hecho más domicilios con robots, “somos la empresa que más ha generado interacciones entre seres humanos y robots”.
El Kiwi funciona bajo un sistema de sensórica frente a la distancia con los objetos; buscando no invadir espacios a los que ya están acostumbrados los peatones, vehículos, bicicletas, personas en situación de discapacidad y demás actores viales.
La velocidad máxima alcanzada por un Kiwibot es de 2,75 kilómetros por hora, mientras que la de un ser humano promedio es de 5,2. Además, la envergadura del robot no sobrepasa el ancho de los hombros de una persona.