¡Qué tropezón!
Dos graves crisis tuvo que enfrentar Facebook la semana pasada. La primera, las declaraciones ante un comité del senado de Estados Unidos de la exempleada de la red social, Frances Haugen, quien se desempeñó como gerente de producto de la compañía. La segunda, una caída mundial de sus servicios que terminó afectando a millones de usuarios.
Sobre las declaraciones de Haugen que aseguró, entre otras cosas, que para la red social son más importantes sus ganancias que sus usuarios, ha habido todo tipo de reacciones. Algunos senadores estadounidenses le pidieron a Mark Zuckerberg, CEO de Facebook, ejecutar cambios en la plataforma que ayuden a mejorar el bienestar de niños y jóvenes; otros manifestaron preocupación por el gran poder que tiene la compañía. Y fue justamente ese poder el que quedó en evidencia esa semana cuando por casi seis horas WhatsApp, Instagram y Facebook, plataformas que todos usamos, no respondieron ante nuestros intentos de enviar mensajes, ver las publicaciones de otros o de compartir algo.
Cada una de estas redes sociales o de mensajería se volvieron indispensables. Son un medio de comunicación o de entretenimiento para las personas; y para las empresas y marcas una plataforma que potencia sus negocios permitiéndoles llegar a más clientes. Fueron casi seis horas sin ellas, ¿qué pasaría si el apagón fuera más largo? ¿Se lo ha preguntado? Facebook podrá estar atravesando otra crisis de reputación por estos días, pero hay algo indiscutible y es que nos ha cambiado la vida y es difícil imaginarse un mundo sin sus plataformas.