LA LUNA DE MIEL
Luego del estrés de los meses prenupciales llegó el momento de relajarte y de empacar la maleta para tu viaje de novios. Además de tus looks, elegidos a la perfección, y de tu ropa interior sexi, no olvides empacar tus juguetes sexuales, claves para inici
LUEGO DEL AJETREO de la boda, de una fiesta que te disfrutaste al máximo y de subirte al avión para relajarte durante la luna de miel, llega el momento de mirar a los ojos y redescubrir al otro, a ese hombre que elegiste para compartir el resto de tu vida y que ya dejó de ser tu novio para convertirse en tu esposo, en tu aliado, en tu mejor amigo, en tu alma gemela. La sexóloga Martha Mejía recomienda tomarse el tiempo para el reencuentro en pareja: “Que este viaje sea el momento para planificar juntos la cita con ilusión, volver a acariciarse, a olerse, a sentirse, a mirarse sin prisas, pues luego de la boda hay que buscar un rato para abrazarse, echarse la siesta desnudos, acariciarse, mirarse a los ojos o darse un masaje”, revela.
Prepara la cita con antelación de modo que puedas incluir cosas que alimenten la vista, el gusto, el olfato, el oído y el tacto. Puedes elegir la comida y la bebida que más les gusta o algo nuevo que no hayan probado nunca, así como el uso de lubricantes íntimos, de aceites para masajes, de velas, de juguetes y de aromas sensuales de la marca Sen Íntimo, que propone un amplio portafolio de productos (www.senintimo.com).
Nunca olvides la piel: acaricia sin descanso. Tal como explica la psicóloga Mila Cahue, autora de Amor del
bueno, esos momentos son ideales para recuperar el contacto, “la piel”. Algo fundamental para las relaciones de pareja, porque, asegura, tiene una explicación hormonal, pues el contacto frecuente y las caricias favorecen la producción de oxitocina, que es la hormona relacionada con los vínculos afectivos.
Explora lo que aún no conoces de tu pareja. Una técnica eficaz es la focalización sensorial, tal como propone Manuel Fernández, coautor de 100 preguntas sobre sexo: “La atención ha de estar fijada en el momento presente, es decir, en el acto de tocar al otro y de sentir la estimulación que el otro nos produce”, asegura.