¿Cansada de idealizarlo todo?
No les ha pasado que cuando tienen mucho tiempo libre y se quedan descansando tumbadas en la cama o en el sofá se ponen a hacer planes? Pensamos en los viajes que queremos hacer, en la ropa que queremos comprar, en esa relación perfecta que anhelamos o, si somos madres, nos imaginamos cómo será el futuro de los hijos o cómo envejeceremos junto a nuestra pareja, hallando el secreto de la eterna juventud. Sin embargo, he llegado a la conclusión de que esos planes nos llevan a idealizar situaciones que todavía no han llegado, y de ahí vienen muchas veces nuestra frustración. Idealizamos a las personas, la felicidad, el trabajo, el futuro y siempre tenemos en la cabeza (en parte porque así nos criaron) la imagen del “todo perfecto”.
Este último año he sido testigo de varios casos en los que las cosas no han acabado como estaba previsto. Desde las más absurdas e intrascendentes hasta otras mucho más graves, pero la moraleja es que esa labor de idealizar, que en otras palabras no es más que exagerar en positivo las virtudes de otra persona, nos tiene jodidas.
Sin duda, lo hemos hecho alguna vez en la vida y es algo muy habitual en aquellas personas que tienen la autoestima muy baja. Según la definición que hace la psicología (Freud) de la idealización: “Es un proceso que envuelve al objeto; sin variar de naturaleza, este es engrandecido y realzado psíquicamente.”
Es común que esto se dé en las relaciones de pareja, aunque también puede manifestarse en las relaciones de amistad, laborales, con el jefe, amigos, familiares, etc. Es normal que al inicio de cualquier tipo de relación se produzca lo que en psicología se conoce como el 'pacto de negación', es decir, que se niegue todo lo malo o que no nos gusta de la otra persona. Este pacto es tácito e inconsciente. El problema surge cuando después de una pequeña traición, un engaño, una mentira o un problema menor se convierte en una gran decepción debido a que habíamos puesto en un pedestal a esa persona. Cuando ese individuo se cae, el dolor y la frustración que llegamos a sentir pueden ser muy grandes, y ahí es cuando aseguramos que todo ha fallado y nuestros planes se van a la caneca de la basura.
¿Qué hacer para que no vuelva a pasarnos? Dejar de ver con ojos de perfeccción todo y a todos. Nadie es perfecto, ni los amigos, ni la pareja, ni los compañeros de oficina, ni los hijos, etc. Hay que quererlos con sus defectos incluidos, pues todos nos equivocamos.
Mi grado de idealización en la vida ha sido altísimo, y lo he pagado caro, pues termino anulando de mi entorno a las personas que me han decepcionado y mi círculo es cada vez más pequeño, pero qué satisfecha estoy de haber llegado a esta conclusión y de haber podido responsabilizarme de mi vida. Así es como he logrado enfrentarme a mí misma y recuperar ese valor que por tantos años había otorgado a otros. Esa labor me está devolviendo la vida, mi vida. Que esta quincena y esta nueva edición sean la oportunidad para ponernos en primer lugar y empezar a sanarnos, queridas lectoras. Un abrazo con el corazón.