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‘Dushi’ es el término en papiamento para expresar amor y cariño. así es curazao, un lugar para amar, vivir, gozar y sentirse libre. ¡atrévete a olvidar la rutina y a conocer un Destino exótico que está muy cerca De ti!
Curazao, una isla a todo color
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los ojos e imagina un lugar donde puedas liberarte de todo, donde te pierdas en el azul del mar, en el sonido de las olas, en el aroma del Caribe y en la belleza inusitada de la naturaleza que se impone ante ti como una confirmación de que la vida es mucho más que trabajar: es desprenderte del cansancio, de las preocupaciones, de la rutina, y entender que tras una ardua temporada laboral es necesario apropiarte de unos días para ti y tomar distancia del mundo que te rodea. ¿Ya lo tienes en tu mente? Bienvenido a Curazao.
Nuestra llegada estuvo precedida por el vuelo 7080 de Wingo, que nos dejó sorprendidos por su puntualidad, la amabilidad de la tripulación y el ambiente festivo. Partimos desde el Aeropuerto El Dorado (Bogotá) a las 3:33 y arribamos a las 6:48 de la noche.
Al llegar a la isla, situada en el sur del mar de las Antillas, a unos 50 km de la costa noroccidental de Venezuela, la noche sirvió como velo para lo que nos esperaba al día siguiente. La distancia desde el Aeropuerto Internacional Hato (ubicado a unos minutos de Willemstad, la capital) hasta el hotel no fue larga y al llegar nos recibió toda la alegría y la calidez humana de los propios. ¿El hotel anfitrión? El Livingstone Jan Thiel Resort, un lugar ideal para tomarse un verdadero descanso y escapar de la rutina.
Después de una cena deliciosa donde, por supuesto, los mariscos fueron protagonistas, nos fuimos a dormir con la ilusión de adentrarnos, al día siguiente, en la majestuosa Curazao.
Willemstad, la capital
Ropa fresca, protección solar, lentes para el sol y mucha agua… Caminar por las calles de Willemstad es tan hermoso como ambiguo. El clima cálido y la temperatura que aumenta a medida que la mañana avanza te confirman que estás en el Caribe, y la arquitectura europea contrastada con los colores vibrantes y alegres de las casas y los edificios te habla de la inmensa riqueza cultural. Es un lugar mágico en el que cada espacio parece una locación: te aseguro que todas tus fotografías serán de exposición.
Después de almorzar en Plasa Bieu, el mejor lugar para degustar la gastronomía local en compañía de propios y turistas, nos vestimos de azul visitando Landhuis Chobolobo, una fábrica de licor ubicada en una mansión histórica del siglo 19 donde se destila el famoso licor azul de Curaçao. ¿Su sabor? Dulce, pero refrescante, perfecto para sacar a ese mixólogo que hay en ti y crear tus propias mezclas. Pero lo que en realidad me sorprendió fue que esta delicia azul se prepara con las cáscaras de una naranja que solo se produce en esta zona y cuya pulpa no sirve para el consumo humano, ni animal.
Cae la noche y Curazao muestra otra Cara
Con la noche llega la brisa y el ambiente nocturno y gastronómico se toma la isla. El restaurante elegido fue Deja Vu, con especialidad francesa. ¿La elección? Salmón con vegetales, vino rosado y cheesecake de frutos rojos… sencillamente perfecto. Cerramos la noche caminando por algunas de las pintorescas calles del distrito de Pietermaai.
y nos llenamos de mar
Otro aspecto increíble y que creo que vale la pena destacar es las diferentes playas de la isla, cada una con una belleza única, particular. Comenzamos con Porto Marie, un lugar ideal para los amantes del esnórquel gracias a sus playas cristalinas. Seguimos con Cas Abou y playa Kenepa Grandi, esta última nos ofreció un espectáculo impresionante de tonos azules que se entremezclan y la convierten en un lugar de paso obligado… aunque si cuentas con tiempo, puedes quedarte y disfrutar, porque vale la pena. No puedo dejar de hablar de la cena de esa noche, que estuvo a cargo del restaurante Gouverneur, donde probamos uno de los platos típicos: el keshi yena, una ricura donde el queso es protagonista y va relleno de vegetales, pollo, atún, aceitunas, entre otros ingredientes. ¡No podrás resistirte!