Alo (Colombia)

DR. PAULO ANDRÉS ESCOBAR

- www.escobarmd.com @pauloandre­sescobarmd

Cirujano plástico facial otorrinola­ringólogo Foto: Laura Alejandra Vaca

Con 17 años de experienci­a como médico egresado de la Universida­d Complutens­e de Madrid (España) y más de 10 años dedicado exclusivam­ente a la práctica privada de la cirugía plástica facial, este cirujano plástico facial y otorrinola­ringólogo asegura que su mayor motivación para dedicarse a la cirugía plástica facial fue “el desafío técnico de trabajar en uno de los campos quirúrgico­s más difíciles, el cual me da además la posibilida­d de ayudar a los pacientes a mejorar su autoestima y su calidad de vida”, indica. ¿En 10 años? Se visualiza trabajando en lo que lo hace realmente feliz, que es operar a los pacientes que depositan su confianza en él. “Además de consolidar mi actividad docente a través de los cursos que realizo para otros cirujanos más jóvenes que quieren mejorar sus habilidade­s”.

Sin duda, lo más gratifican­te de su trabajo es mejorar la vida de los pacientes y que gracias a su trabajo olviden problemas funcionale­s y estéticos que limitaban su calidad de vida.

No me gusta la forma de mi nariz, quiero operarme, pero me da miedo que mis facciones cambien.

Ese temor es frecuente; sin embargo, si se realizan los cambios adecuados teniendo en cuenta tus proporcion­es faciales, se percibirá muy natural. Yo realizo un preciso análisis facial: se toman medidas no solo de la nariz sino de todas las estructura­s de la cara. Después, se evalúan las proporcion­es y las caracterís­ticas faciales; esto tiene especial importanci­a en el siguiente paso, que es el estudio fotográfic­o y la simulación por computador, herramient­a clave en la planificac­ión de la cirugía, pues en ella podemos cuantifica­r con precisión milimétric­a las diferencia­s entre la nariz real y la planificad­a. Este paso siempre lo realizo con el paciente para que participe y entienda lo que vamos a hacer.

Llevo meses pensando en operarme, pero me aterra el postoperat­orio.

Tener miedo a lo desconocid­o es normal. Lo importante en las primeras consultas es darle al paciente la mayor informació­n posible para que entienda y conozca los pasos. Una vez definido el plan de la cirugía, y si la rinoplasti­a se realiza con una técnica correcta y en unas buenas instalacio­nes, la recuperaci­ón será segura, cómoda y con mínimas molestias. Por supuesto, se debe tener muy presente que una rinoplasti­a es una cirugía, y como todo proceso quirúrgico requiere reposo y cumplir con las recomendac­iones del cirujano.

Mi hija de 15 años insiste en operarse la nariz. Quiero apoyarla, pero me preocupa que sea muy joven.

Aunque el menor cuente con el permiso de sus padres, el cirujano debe evaluar no solo el desarrollo facial, sino también la madurez psicológic­a. Las motivacion­es del menor deben ser evaluadas, y la opinión de ambos padres, tenida en cuenta.

Hago 2 tipos de análisis: Uno físico, es decir, si es o no convenient­e realizar una rinoplasti­a a los 15 años o más tarde, según el desarrollo de la estructura facial. Para ello se pueden solicitar pruebas de imagen y saber si el paciente completó su crecimient­o facial.

El segundo, y quizás el más importante, es el desarrollo psicológic­o y su madurez. En esto puede haber grandes diferencia­s según el caso, pero en general, prefiero esperar a que haya terminado al menos el colegio y que tenga capacidad de decisión y un mayor grado de madurez.

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