carolina cruz
Algunavez leí que los animales tienen el poder de salvar la vida de los humanos, de llenarlos con su infinito amor y de dejar una huella imborrable en su corazón. Así que, pensando en cuán valiosos son y en cómo transforman nuestras vidas, quiero dedicarles esta columna a ellos.
Estoy completamente segura de que son seres que se cruzan en nuestro camino por alguna razón. Ellos llegan para enseñarnos en pocos pero valiosos años lo que un adulto no hace en décadas. Por eso, cada vez que veo una noticia sobre algún tipo de maltrato hacia ellos me pregunto: ¿quién es el verdadero animal de esta historia? Una cosa es que no te gusten, y es totalmente respetable, pero otra es que tengamos el cinismo y el poco corazón de hacerles daño o de atentar contra sus vidas.
Desde que tengo uso de razón, los valoro, los respeto y los amo de una manera indescriptible. De hecho, creo que varias veces he sido juzgada por ‘humanizarlos’, pero la verdad es que eso me tiene sin cuidado. Yo prefiero quedarme con sus ojitos y sus lengüetazos llenos de cariño y fidelidad.
Mi primer amor ‘perruno’ fue la Chiqui, quien me regaló 14 increíbles años. Ella, puedo decir, fue quien me enseñó el verdadero significado de la palabra lealtad. Cuando llegó el momento de su partida casi me muero. Fue un dolor tan agudo e indescriptible... De hecho, y aunque pase el tiempo, sigue siendo un tema insuperable. Todos los días la recuerdo, la extraño...
En ese entonces, llevaba pocos meses saliendo con Lincoln. Él ya tenía a Dandy, un Jack Russell terrier, quien está próximo a cumplir 12 años, pero en vista de la partida de la Chiqui yo no me quería encariñar, trataba de no mirarlo mucho (risas), pero al final fue imposible. Este peludito se robó mi corazón. Hoy en día morimos por él, dormimos todos juntos, arrunchados... Es la compañía más fiel de nuestra familia.
Muchas personas me han preguntado sobre qué le pasó en sus ojitos. Pues bien, hace aproximadamente cuatro años empezó a perder la visión por una enfermedad degenerativa. Aunque esta situación lo convirtió en un perrito mucho más consentido, sigue teniendo la misma calidad de vida: llena de amor, mimos y compañía. Cuando estos animalitos pierden la vista desarrollan otros sentidos, y eso fue lo que le pasó a nuestro amado Dandy, quien nunca ha dejado de ser él y que nos ha permitido convertirnos en seres humanos más sensibles. Mati lo adora, y como ya está más grandecito, creo que lo está disfrutando más que antes.
Que esta sea la oportunidad para invitarlas a tomar consciencia antes de comprar una mascota. No tienen necesidad de comprarlos, hay muchos perritos o gaticos que necesitan una familia y una nueva oportunidad. Recuerden, amigas de revista ALÓ, ellos no son un juguete o el resultado de una decisión momentánea, pues desde el momento en que les abren las puertas de su hogar, ellos se convierten en un miembro más de la familia.
¡Abrazos para ustedes y para todos esos peluditos que tantas sonrisas les regalan!