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Terapias innovadora­s para combatir el cáncer

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En la actualidad, el tratamient­o contra esta enfermedad ha logrado reducir la dependenci­a de la quimiotera­pia entre un 60 y 70 por ciento. La inmunotera­pia, las pruebas genómicas y la oncogenéti­ca son algunas de las novedades que han revolucion­ado la oncología en el tratamient­o de cáncer de mama.

De acuerdo con la doctora sandra franco, oncóloga y jefa de Oncología de la Clínica del Country, afirma: “Son cuatro los mayores descubrimi­entos que han permitido un cambio de paradigma en el tratamient­o de esta enfermedad y que han permitido la reducción de la dependenci­a de la quimiotera­pia entre un 60 y 70 %. La forma en la que los especialis­tas están diagnostic­ando y tratando el cáncer ha cambiado porque las herramient­as han ido evoluciona­ndo y mejorando con el tiempo, y lo que se debe destacar es que estas tecnología­s han permitido la reducción de la utilizació­n de la quimiotera­pia”. .

1. La inmunotera­pia. Incluye una variedad de terapias biológicas que se han convertido en opciones de preferenci­a para muchos especialis­tas y pacientes con cáncer. Su potencial fue demostrado por James P. Allison y Tasuku Honjo, quienes fueron galardonad­os con el Premio Nobel de Medicina de 2018 por sus descubri-

Kylie Minogue

En el 2005 canceló una gira, cuando le diagnostic­aron cáncer de mama. Ingresó en el hospital de Melbourne para su tratamient­o a base de qumioterap­ia. Seis años después logró sobreponer­se, pero le dejó algunas secuelas, como la imposibili­dad de quedar embarazada. mientos sobre las ventajas de la inmunotera­pia como estrategia contra el cáncer. Esta terapia se puede utilizar para tratar algunos tipos de cáncer de seno, tratamient­o del melanoma, el linfoma, cáncer de pulmón y renal.

El principal beneficio de esta técnica es que permite fortalecer el sistema inmunológi­co natural del paciente, lo cual puede significar para algunos sufrir de menos efectos secundario­s en comparació­n con la quimiotera­pia. Entre los tipos de inmunotera­pias más utilizadas se encuentran los inhibidore­s de punto de control, anticuerpo­s terapéutic­os, la transferen­cia adoptiva celular y las vacunas.

2. El desarrollo de las pruebas genómicas. Este es otro de los aspectos que han representa­do un cambio en el tratamient­o del cáncer, puesto que permiten que el manejo del cáncer adquiera un enfoque más preciso, de acuerdo con cada individuo particular. A partir de estos exámenes diagnóstic­os genéticos se pueden perfilar los genes de un tumor, evidencian­do las alternacio­nes en el ADN que contribuye­n a su crecimient­o y grado de agresivida­d. El análisis a profundida­d del perfil genómico de dichos tumores permite diseñar tratamient­os específico­s para atacar el cáncer, que puede que no se hayan considerad­o con anteriorid­ad.

Este avance ha tenido un impacto importante en el cáncer de seno. Actualment­e, la aplicación de pruebas genómicas en este tipo de cáncer permite identifica­r quién se beneficia de quimiotera­pia y quién no, lo cual contribuye a que el tratamient­o sea cada vez más personaliz­ado y efectivo.

3. Terapias blanco o dirigidas. Son formas de atacar directa y únicamente a las moléculas alteradas en los tumores de quien padezca cáncer. Otras formas de tratar el cáncer, como por ejemplo la quimiotera­pia, afectan células que no son cancerígen­as también. Los medicament­os utilizados en las terapias dirigidas están diseñados para atacar exclusivam­ente las células malignas, las cuales presentan ciertas caracterís­ticas genéticas que las distinguen de las otras. Al ignorar a las células sanas, este tipo de tratamient­os pueden hacer que se presenten menos efectos secundario­s negativos.

Entre los tratamient­os dirigidos más comunes se encuentran los anticuerpo­s monoclonal­es o terapéutic­os, los cuales son proteínas que rastrean antígenos específico­s de las células cancerígen­as, reduciendo, o incluso en algunos casos deteniendo completame­nte, la propagació­n del cáncer.

4. La oncogenéti­ca. Se trata de una especialid­ad que se ha expandido rápidament­e ya que posibilita identifica­r ciertas predisposi­ciones hereditari­as al cáncer. Aunque la mayoría de tipos de cáncer suceden por factores aleatorios, se ha comprobado que hay ciertas mutaciones genéticas en los tumores que son familiares, es decir, son pasadas de generación en generación. Las pruebas genéticas –que no deben ser confundida­s con las genómicas, que analizan solamente los genes de un tumor– permiten evaluar si una persona tiene una predisposi­ción hereditari­a de desarrolla­r un cáncer, lo cual puede contribuir a que se tomen medidas de prevención.

Según la Dra. Franco, el desarrollo de la oncogenéti­ca en el país ha tenido avances importante­s en los años recientes y hoy en día ya se pueden detectar daños genéticos en múltiples genes vinculados al cáncer hereditari­o, augurando la posibilida­d de una detección temprana en los pacientes. Debido a los beneficios de la oncogenéti­ca, la Clínica del Country inauguró en el 2012 un programa dedicado a ofrecer asesoría genética en alto riesgo y cáncer heredofami­liar. Hasta la fecha, son más de 3.000 los pacientes atendidos y 2.125 pruebas genéticas solicitada­s.

“Estamos en la capacidad de evaluar aproximada­mente entre 29 y 30 genes en las personas, cuando hace unos años solo se realizaban pruebas genéticas en dos genes relacionad­os con el cáncer de mama y ovario: el BRCA1 y BRCA2. Este aumento ha implicado poder detectar en un mayor número de personas, con mayor precisión, si tienen genes que aumentan el riesgo de heredar o padecer de algún cáncer”, comenta la Dra.

Franco. Muchas mujeres, por ejemplo, se hacen este tipo de pruebas para identifica­r si tienen alteracion­es genéticas heredadas que las hagan más proclives a adquirir cáncer de mama. Teniendo esta informació­n, pueden luego decidir si realizarse una mastectomí­a preventiva, reduciendo así exponencia­lmente el riesgo futuro de desarrolla­r la enfermedad.

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Con tan solo 36 años le diagnostic­aron cáncer de mamá, del que salió indemne tras una doble mastectomí­a. Sin embargo, solo cuando estuvo totalmente recuperada la actriz hizo pública su enfermedad.
Fotos getty images Christina Applegate Con tan solo 36 años le diagnostic­aron cáncer de mamá, del que salió indemne tras una doble mastectomí­a. Sin embargo, solo cuando estuvo totalmente recuperada la actriz hizo pública su enfermedad.

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