Linfoma, el cáncer silencioso
Sudoración excesiva, especialmente en las noches; fiebre, pérdida de peso inexplicable y cansancio anormal son los principales síntomas a los que debería prestar atención tu esposo o pareja para detectar un linfoma a tiempo.
Se
estima que en el mundo se registran anualmente 400.000 nuevos casos de linfoma y más de 200.000 muertes a causa de este, un cáncer que si bien afecta principalmente a los hombres, cualquier grupo es susceptible de padecerlo.
¿Qué es y cómo actúa en el organismo? El linfoma es un tumor maligno que se presenta en el sistema linfático y afecta las células de la sangre. En nuestra sangre circulan tres tipos de células: los glóbulos rojos (nos dan energía), los glóbulos blancos (se encargan de defender nuestro organismo de las infecciones) y las plaquetas (encargadas de coagular la sangre). Dentro del grupo de las células de defensa, como los glóbulos blancos, se encuentran los linfocitos (encargados de comandar la respuesta inmunológica), estos están distribuidos en el sistema linfático (ganglios y vasos linfáticos). “Cuando un ganglio –que está constituido por linfocitos– crece sin control, se puede convertir en un linfoma”, según lo explica Myriam Lucía Rodríguez Neira, hematóloga de la Fundación Santa Fe de Bogotá.
“Las causas del linfoma están relacionadas con la exposición frecuente a herbicidas, radiaciones, derivados de hidrocarburos y otros medicamentos” agrega la especialista.
¿Cómo detectarlo?
Las principales signos que debes vigilar en tu esposo o padre para detectar esta patología son: fiebre, pérdida de peso y apetito, fatiga, tos persistente, picazón en el cuerpo y falta de aire. Aunque el linfoma no causa muchas molestias, y a pesar de que sus síntomas son muy comunes en otras enfermedades, es importante que en caso de que notes algunas de estas señales se dirijan de inmediato al especialista. Una vez se produce el linfoma, y gracias a su facilidad para entrar y salir del sistema linfático, este cáncer puede afectar una gran variedad de órganos del cuerpo tales como el bazo o la médula ósea.
Hoy en día, la base del tratamiento para el linfoma incluye la quimioterapia y la radioterapia, aunque también existen otras modalidades prometedoras como la radioinmunoterapia, las vacunas, incluso los trasplantes. La decisión de qué tratamiento usar depende del estado en que se encuentre la enfermedad.