Adiós, princesa 'Vale'
Hace unos días, Harry Barranco y Lina Rivas se despidieron de su amada Valeria. Una preciosa adolescente de 16 años, quien tras un año y medio de luchar contra un agresivo cáncer de médula, se cansó de pelear contra la enfermedad, se despidió y se fue al cielo. Era una juiciosa estudiante de grado noveno del Colegio San Jorge de Inglaterra. Una bonita y amorosa niña, gran amiga de mi hija mayor.
Hoy quiero rendirle un homenaje a una guerrera de la vida, quien pese a batallar con un mal que la avasalló, se mantuvo firme, serena, sonriente y con ganas de vivir hasta cuándo pudo. Durante esta lucha fue impresionante verla, siempre tan bonita, con su pelo largo, brillante; vestida de punta en blanco y con sus ojitos divinos, de pestañas larguísimas, tan resplandecientes. Durante el proceso, tuve el placer de conversar con ella y era impresionante su madurez y su entereza y hoy aplaudo a todo esos valientes que han lidiado o pelean con enfermedades tan duras como el cáncer, que es la peor de todas.
Nunca se espera enterrar a un hijo o hija, sin importar su edad. Los hijos deberían despedir a sus padres y al imaginar una situación así de dura, se le arruga el corazón a cualquiera, es imposible siquiera concebirlo, se trata de una pérdida muy difícil. Los que lo han vivido dicen que es lo más triste que le puede pasar a un ser humano, pues se trastoca la lógica biológica.
Pero cuando sucede, hay que llenarse de coraje y seguir si además se tienen más hijos, como en este caso, Lina y Harry, quienes también son padres de Santiago, un pequeñito de cuatro años. El día de la muerte de Valeria, dijo que la alcanzó a ver “vestida de blanco y con unas bombas rosadas que la hacían volar…”. Así se despidió su hermanita de él. En la misa del primer mes de fallecida de ‘Vale’ fue asombroso ver cómo estos padres se han mantenido firmes para su hijito, para cuidarlo, protegerlo y ayudarle a entender la situación. Se han rodeado de familiares, amigos y especialistas para poder continuar.
Ojalá nadie tuviera que pasar por una experiencia tan dolorosa como ésta pero aunque sea una de las más desgarradoras que hay, la vida sigue y esta familia es prueba de ello.
La muerte de un ser querido, en este caso un hijo, puede resultar muy transformadora, como en alguno de los casos que cuentan Vicente Arraez y Tew Bunnag, que han acompañado a niños a la hora de morir, así como a sus familiares. “La enfermedad y la muerte nos pueden aportar una conexión con nuestra parte espiritual más allá del cuerpo físico. Cuando llegan los últimos instantes de la vida de un niño o adolescente se percibe en su rostro que alcanzan una gran serenidad y paz profunda, a pesar del dolor que hayan sufrido por una enfermedad. Suele ocurrir que experimenten episodios como que su abuelo les ha venido a visitar, aunque esté muerto. Y es que en la muerte, como en el nacimiento, se producen fenómenos inexplicables a través de la razón, que conviene no desechar ni racionalizar, porque entonces perdemos el valioso misterio que nos ofrecen esos momentos tan transformadores”, revelan.
Vale: gracias por haber sido un gran apoyo para mi hija ‘Majo’, gracias por haber alegrado la vida de tus amigos del alma como Juan Carlos Delgado y Manuela Gómez. Siempre estarás en nuestros corazones, princesa.