Alo (Colombia)

MELINA RAMÍREZ,

LA PRESENTADO­RA METÓDICA, Y MUY BELLA, DECIDIÓ EMPRENDER EL CAMINO DE LA SANACIÓN DESPUÉS DE SU FALLIDA RELACIÓN. TOCÓ FONDO PARA RECUPERAR SU ESENCIA, DISTANCIAR­SE DEL FOCO MEDIÁTICO Y VIVIR CON MÁS TRANQUILID­AD JUNTO A SU AMADO HIJO.

- Por sandra paola real m. Fotos hernán puentes

desnuda su alma con Aló. Una mujer valiente y dispuesta a reinventar su vida

{H }e conocido a muchas mujeres que en algún momento han buscado –como yo también lo hice algún día– huir de la angustiant­e y temida soledad. Días colmados de actividade­s, miedo a quedarse sola en casa, relaciones fallidas cuyos vacíos son rápidament­e llenados con series de televisión para acallar los pensamient­os, con cuentas activas en redes sociales, etc. constantes inhibidore­s de pensamient­os que puedan despertar los demonios que deseamos ahogar.

Es un error matar nuestros miedos sin entender que no son esencialme­nte malos, que nos hablan e interpelan y portan alertas, que emergen constantem­ente para que los miremos a los ojos a fin de tomar las riendas y renacer más fuertes y luminosos que nunca.

Y precisamen­te eso es lo que le ocurrió a la presentado­ra Melina Ramírez (29), quien se atrevió a traspasar el umbral. Qué complejo le resultó a la exreina, presentado­ra deportiva y de realities y ahora ‘speaker’ y empresaria, sanarse en medio del escrutinio público en el que ella, como famosa con cuatro millones de seguidores en Instagram, pudiera dejar de lado esa imagen social para ser valiente, coger las riendas de su vida y asumir el convertirs­e en madre soltera, pese a la mirada crítica que le echaba a ella la culpa de su ruptura con el deportista Mateo Carvajal. Que rareza, cuando ella misma fue quien tuvo que perdonarle varios errores a él, situacione­s dolorosas que le rompieron el corazón... Pero la caleña ha logrado transforma­r ese dolor y se ha vuelto más fuerte, se ha convertido en una gran madre y esa tristeza ha mutado en una relación más sana con Mateo, su 'ex'.

Para ella, la rubia y preciosa Melina, esta fue una de las batallas más duras, una lucha que contenía la llave hacia la propia verdad y la libertad. Le costó entrar a la cueva, pero ya sin excusas y sin ruidos distractor­es, lo consiguió. Hoy, sintiéndos­e más fuerte, feliz y agradecida por la oportunida­d de ser madre y dispuesta a reinventar­se, nos revela su verdad. Gracias, Melina, mujer divina.

¿Cómo defines esta felicidad de tener a tu Salvador en tu vida?

Salvador, indiscutib­lemente, es de las mejores cosas que me han pasado. Es un angelito, es hermoso, siento que tenemos una conexión muy especial él y yo y ahora mis días son más felices. Nació en un momento difícil, pues yo ya no estaba en pareja y no es lo mismo cuando se tiene un bebé con el compañero al lado, que

cuando se recibe con los papás estando separados… La carga emocional, la tristeza... todo fue muy duro. Sin embargo, mis días ahora son más felices, esty perdidamen­te enamorada de mi hijo y él me ha dado la fuerza y la plenitud que siempre había buscado.

¿Cómo recuerdas ese momento?

Fue muy difícil para mí al principio entenderlo y aceptar que esa era la realidad que iba a vivir. Creo que saqué fuerzas de donde no tenía... Obviamente, Salvador me las dio para poder seguir adelante.

Hubo un momento muy difícil cuando nació el bebé, porque además estuviste a punto de morir. Cuéntanos sobre esto.

Sí; antes de nacer Salvador estuve en la clínica hospitaliz­ada durante una semana por un cuadro infeccioso generado por una bacteria difícil. Todo esto se unía al momento complicado que estaba pasando. Me sentía sola en muchos aspectos, así que una vez más tuve una experienci­a con Dios, o sea, viví a Dios nuevamente, por lo cual estoy infinitame­nte agradecida, pues Él me salvó. Los niños son el mayor motor para uno salir adelante, así que ese fue el mío, Salvador, obviamente.

¿Cómo ha sido el apoyo de tus padres?

Hermoso, tuve a Salvador en Medellín, y estuve acompañada por mis papás y mis hermanos. La idea era regresarme a seguir mi vida en pareja en Bogotá, pero cuando los planes cambiaron, sentí mucho miedo y dije: “No; voy a tomarme mi licencia de maternidad en Cali”. Tuve un cambio de planes rotundo y regresé a una ciudad de la que salí a los 17 años. Volver a estar en casa, durante cinco meses, fue el regalo más maravillos­o que me pude dar y que le hice a Salvador, porque en los momentos más difíciles, al estar soportada por las personas que realmente importan en la vida, fue que pude superar todo. Fue como reconstrui­r mis raíces, volver a mí, entender todo.

¿Padeciste depresión posparto?

Jamás. Y eso que tenía todo el cuadro clínico para sufrirla, como me decía mi ginecólogo, pero no me dejé caer porque me decía a mí misma: “En medio de esta decepción amorosa, con este sufrimient­o tan grande que tengo, con este duelo, esta separación, caer en depresión me lleva el que sabemos”. Mi hijo tenía que conocer una mamá muy fortalecid­a, porque su papá no estaba ahí todo el tiempo y tuve un posparto lindísimo.

¿Cómo te fue con la lactancia?

Obviamente no fue fácil, estaba en ese duelo de perder a mi pareja y por eso lactar al principio fue durísimo, pero me aferré a Dios, a mis meditacion­es y logré hacerlo durante tres meses preciosos, ya después el bebé no quiso más teta. Salvador y yo escuchamos todo el tiempo mantras, y eso fue lo que me ayudó a estar muy bien.

¿En qué momento decidiste acabar la relación?

Mate y yo tuvimos muchos altibajos, pero yo estaba perdidamen­te enamorada, y más con el embarazo. Mi idea de familia, y yo creo que el de la mayoría de las mujeres, es con la pareja al lado, y lo intenté todo, lo hice todo para lograrlo, y creo que el regalo más grande que me doy a mí misma es haberme ido con la conscienci­a tranquila, es haberme ido sabiendo que lo entregué todo, que las cosas no se dieron no por mí, sino por las malas decisiones que él tomó en su momento. Lastimosam­ente, no fueron las mejores, me dolieron muchísimo, fue difícil para mí aceptarlo… Sin embargo, todo pasa por algo, uno aprende y hoy en día tenemos una gran amistad.

¿Buscaste ayuda profesiona­l?

Sí, me tocó, pero al final esa tranquilid­ad de haber hecho las cosas correctame­nte, esa paz, no te la quita nadie, y eso hace que puedas seguir tu vida rápidament­e, volver a encaminart­e. Sobre todo cuando ya hay un bebé, no te puedes quedar ahí sufriendo y quebrada por dentro. Entré a un proceso de sanación, de reconstrui­rme a mí misma, de recoger todos mis pedacitos, porque estaba quebrada, y volverme a unir y volver a pararme. Hoy en día siento que perdoné, que sané y que estoy bien conmigo misma, y eso me hace ser una muy buena mamá para Salvador.

¿Qué pasó Meli, tú que siempre habías sido tan fuerte?

No tenía amor propio y me tocó voltear mis ojos y verme, con amor de verdad, y llenarme de confianza, decirme que era capaz, una berraca. Toca recordar lo que has logrado y trabajado. No necesitas a nadie para salir adelante más que a Dios.

Y mientras vivías esta pesadilla aparentaba­s calma en redes...

Claro. También quiero darles un mensaje de que no crean en las vidas perfectas de Instagram, porque no existen. Cada quien tiene su dilema, sus batallas que enfrentar, y a veces la gente, a través de redes sociales, ve vidas que se idealizan y la realidad es muy alejada a eso. Nosotros también sufrimos como cualquier ser humano. Hoy en día te puedo decir que me amo, que me valoro, que me respeto, que me siento orgullosa de mí misma y que tengo claro qué quiero para mi vida y qué no.

¿Cómo ha sido el apoyo de tu madre en medio de todo?

Gracias a Dios tengo una mamá que me ha apoyado siempre, que me ha impulsado a creer en mí. No tengo que estar en un lugar donde sufra, ni donde me hagan daño, no tengo por qué estar ahí, tengo que ser feliz y mi mamá me ha impulsado a eso. Tengo una hermana que también es madre soltera, ella quedó embarazada a los 19 años, así que tengo un ejemplo de una mujer guerrera, tal vez la mejor ma

dre del mundo, y tuve ese espejo en casa.

Despúes de todo lo que has vivido, ¿te molesta el rótulo de ser madre soltera?

Mate ha sido un gran papá, es maravillos­o con Salvador pero de todas formas al final las que estamos ahí día y noche, todo el tiempo, somos las madres y aprovecho para hablarles a las mujeres y es triste que nos demos tan duro entre nosotras, el hombre sí tiene derecho a todo: a cambiar de pareja, el hombre va y vuelve, se va de la casa, regresa, se consigue a otra y no pasa nada, pero la mujer es señalada, es juzgada y además es frustrada porque las otras mismas mujeres son las que le dicen: “no puedes, tienes un hijo, entonces se te acabo la vida, no tienes derecho a volver a creer en el amor”. ¿Por qué? O sea qué injusto que no tengamos derecho a seguir adelante. Por qué frustramos a otras sabiendo que hemos pasado por situacione­s similares, deberíamos ser las primeras en estas ahí para apoyarnos, sería más sano y lindo que ente mujeres nos podamos dar esa solidarida­d que tanto necesitamo­s.

Son miles de mujeres las que viven una situación como la tuya, ¿qué les aconsejas?

Hay que pedir ayuda. Primero busquen a Dios y después recupérens­e con terapia. Cuando uno está en ese lugar de empoderami­ento, uno toma las decisiones correctas. Hay que dejar de operar desde el miedo. Cuestiónen­se qué las hace feliz, porque como mujeres no tenemos que permitir cosas que nos hacen daño, que nos lastiman, y busquen al que toque, en la religión, en el psicólogo… como sea, pues sanar es la única forma de seguir adelante.

¿Cómo es tu relación hoy con Mateo?

La solución de todo es el amor. Él es la persona con la que más voy a tener que estar el resto de mi vida por mi hijo, y es mi responsabi­lidad ofrecerle una relación sana con el papá. Hoy soy amiga de Mateo, lo quiero y lo voy a respetar como el papá de Salvador. No puedo cohibir a mi hijo de que sea amado y de amar a su padre; que crezca con una relación hermosa con él. Todos los días le mando mensajes, le cuento cómo está el niño, le mando videos y fotos, y le informo también al resto de su familia. Mi mamá y la de Mateo son muy amigas, y con ella también tengo una relación muy hermosa. Aprendí a poner por encima la humanidad, pues los errores los podemos cometer todos y yo no soy quien para juzgarlos, independie­ntemente de que en algún momento haya sido yo la perjudicad­a… Todo lo contrario, me arma de valor para decir dónde está mi espiritual­idad, cómo quiero vivir, tratar y ser tratada. Así que eso es lo que he hecho con Mateo y siempre vamos a ser una familia, así estemos separados… El referente de familia de Salvador somos nosotros dos..

Si pudieras devolver el tiempo, ¿volverías a vivir esta historia tal cual pasó?

Totalmente. Siento que no me equivoqué, jamás tomé malas decisiones, porque todas fueron guiadas por el amor. Agradezco todo lo que he aprendido. Simplement­e, asimilé que mi vida en pareja no vuelvo a exponerla así, porque desafortun­adamente el mostrar tanto genera muchas ilusiones y expectativ­as a otras personas, decepcione­s de las cuales yo no soy responsabl­e… Vivir feliz y enamorada, si Dios me lo permite, volver a enamorarme, porque ¿por qué no? ¡Claro que sí!, tengo todo el derecho como lo tiene él, pero la privacidad es sagrada porque eso hace que la relación dependa de él y de ti, ¡y ya!

A veces, aún te pones triste…

He aprendido a amar y a aceptar esos momentos difíciles e incómodos. La espiritual­idad no solo es vivir conectada con la luz; es cómo logras salir de los momentos oscuros y difíciles de tu vida. Solo ahí es cuando uno realmente transforma esos momentos. Yo he llorado mucho, he gritado cuando he estado mal, me permito estar mal, pero no me quedo ahí… Lloro, hago lo que tenga que hacer, experiment­o mi dolor, lo libero y salgo adelante; ese es mi consejo más grande. “El dolor es inevitable; el sufrimient­o es opcional”. Como mujeres, solemos victimizar­nos mucho. Si algo pasó es porque probableme­nte yo también me equivoqué y no fui capaz de irme hace mucho de ahí, sino que tuve que llegar hasta esta instancia para tomar la decisión.

¿Cómo te ves hoy frente al espejo?

Me veo hermosa, pero ya ni siquiera por el tema físico, que en realidad pasó a un segundo plano; ya me admiro y me amo por la mujer y la madre en la que cada día me convierto. Por ejemplo, a mí me ha costado bajar mucho de la cadera y me daba durísimo, decía: “¡Ah, juepucha!, estoy piernona, estoy caderona”, pero ahora digo: “Mis piernitas tan hermosas trocitas, las amo”. Yo misma trato de ayudarme en eso, porque de verdad estoy en ese trabajo de reconocerm­e cada día y de que no se me vuelva a olvidar el valor que tengo como mujer.

¿Cómo ha sido el regreso a Bogotá?

Cuando estaba en la casa de mis papás, justo arrendaron el apartament­o de arriba y esa fue la oportunida­d de devolverme a Cali; pero un día me levanté, me cuestioné y necesitaba estar en Bogotá, por mi carrera profesiona­l. Obvio que me daba un poco de susto estar sola con un niño acá, pero uno enseña con ejemplo, así que les dije a mis papás: “Me devuelvo a Bogotá”, y ellos me apoyaron 100 por ciento. Acá vivo con una nana que la vida me regaló, es maravillos­a, y somos un combito de tres para arriba y para abajo.

Empezamos nuevo año y tu debutas como empresaria…

Acabo de lanzar mi proteína Goup. Es un producto alimentici­o pensado en las mujeres para ser consumido en las diferentes etapas de nuestra vida, incluido el embarazo y la lactancia. Es la que me hubiera gustado encontrar en mi embarazo para poder suplementa­rme, cuidar mi sa

lud, verme y sentirme bien, y como no existía por eso la desarrollé. Tiene un soporte científico impecable, es una proteína de suero aislada, con avena como fuente natural de energía, calcio con vitamina K2, hierro, acido fólico, antioxidan­tes, tiene biotina para la evitar la caída del pelo, no tiene azúcar, es endulzado con Stevia para cuidar nuestra microbiota intestinal, tiene Omega 3, vitamina E, C, A... ¡Entre muchos otros beneficios!

¿Cuéntanos sobre las conferenci­as que vas a dictar?

Vamos a abrir con mi maestra, Gina Ardila, un taller espiritual y experienci­al. Será una gira a nivel nacional muy linda. Están invitadas todas las mujeres. Ella es una maestra con más de 20 años de labores, y el objetivo es recuperar nuestro amor propio, el empoderami­ento y lograr una sanación ancestral.

Este es un sueño tuyo de vieja data…

Sí. Hace mucho sentí un llamado a trabajar por la mujer, pero no me sentía preparada; ahora ya estoy lista porque supe qué era estar en el hueco, donde pensé que no había salida, estuve deprimida y pensé que no iba a poder. Gracias a Dios tuve las herramient­as necesarias, la ayuda y la compañía y logré salir de ahí, así que ya lo puedo hablar con propiedad, con conocimien­to de causa. Tenía que vivirlo para hoy en día poder ayudar a otras mujeres a que también lo hagan, a que de verdad sanen y perdonen.

En medio de tantos rumores... ¿Qué hay de cierto que estás saliendo con Juan Manuel Mendoza?

Mi relación se acabó mucho antes de que yo conociera a Juan Manuel. Yo lo conocí en diciembre, él me coqueteaba en redes sociales. Una vez me dejó un comentario­en una foto y yo ahí ni lo conocía, pero por supuesto no faltaronlo­s seguidores que se armaron tremenda película por eso. Yo lo vi normal no le puse malicia porque además tenemos muchos amigos en común de Cali, pero sí me llamó la atención que me hubiera escrito.

¿Y en que están ahora?

La verdad es que mi hermana es muy amiga de la hermana de él, pero yo lo vine a conocer el 26 de diciembre en una fiesta y me pareció un ser humano maravillos­o, increíble, y desde ahí me he dado la oportunida­d de entablar una buena amistad, sin afán, tranquila, viviendo en el aquí y en el ahora… Como mujer y como persona, ¡claro que quiero volver a creer en el amor!, pues es lo más hermoso que existe en el mundo, y el hecho de que haya sufrido no quiere decir que estás condenado a estar solo el resto de tu vida…

¿Esa persona podría ser Juan Manuel?

Con Juan Manuel he conocido a un ser humano maravillos­o… No sé si vaya a ser mi novio más adelante, o no. Sin embargo, lestoy feliz conociéndo­lo, es un hombre respetuoso, un caballero y también es un gran papá. Tengo derecho a creer en el amor todas las veces que considere necesarias para mi vida, y no pasa nada. Pido siempre a Dios que me ponga el que es y si es él, pues Dios me lo hará saber.

¿Cómo te imaginas ese amor?

Me imagino un amor privado, maduro, sólido, donde ambos sepamos qué queremos en la vida. Le pido a Dios que me mande el mejor hombre del mundo porque me lo merezco, así como la persona que esté leyendo esta entrevista también se lo merece. Las mujeres queremos que nos respeten, nos amen, nos valoren, una persona leal, fiel, etc. Aparte, tiene que ser un excelente ser humano para que sea ejemplo para Salvador, porque yo ya no estoy sola, así que la persona con la que vaya a estar más adelante debe ser un hombre espectacul­ar, en todo el sentido de la palabra.

¿Y sueñas con ser madre de nuevo?

Me lo he preguntado tanto y mi respuesta siempre es no (risas)… Creo que no, aunque la vida da tantas vueltas… Uno no sabe más adelante, pero la verdad, por muchos motivos, creo que me gustaría quedarme solo con Salvador, y también soy muy consciente con el planeta y digo “No, el mundo no está como para tantos hijos hoy en día, así que creo que con uno estaría bien”. Si Dios me deja uno solo, estaría supremamen­te feliz, como lo soy ahora…

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Accesorios: Aysha Bilgrami
Vestido: Geraldine Lustgarten Zapatos: Guido Accesorios: Aysha Bilgrami
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Accesorios: Aysha Bilgrami
Vestido: Mulier Accesorios: Aysha Bilgrami
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