Celebremos nuestro día amándonos mucho más
El
vivir con los ojos y el corazón bien abiertos nos lleva a descubrir que el valor y el liderazgo de una mujer no se rigen por la posición social, la profesión, los estudios o las relaciones, sino por la determinación. Que bonito es ver a grandes ejecutivas comprometerse con una empresa, con su agenda colmada de actividades y con su carrera profesional y de la misma forma sentirse maravillada con esa labor comprometida de las amas de casa que madrugan, corren, se multiplican, resuelven y logran que un hogar funcione a la perfección. El conocer a tantas emprendedoras empeñadas en materializar sus proyectos y el ver a tantas valientes que deciden ser Madres, en mayúsculas, y lo dan todo por sus familias.
En esta quincena estamos de celebración, pues llegamos a nuestra edición 800 de Revista Aló y después de 32 años de vida seguimos aplaudiendo el que las mujeres tengamos más cosas en común que diferencias, sin importar el lugar de dónde provengamos, sino la pasión con la que hacemos las cosas.
Cada quince días les damos visibilidad a personajes con liderazgo femenino que promueven el compromiso y la colaboración de nuestro género y para celebrar también el Día de la mujer festejamos el que cada vez sean más las que están tratando de ser líderes de sí mismas, tomando el control sobre sus vidas: responsabilizándose de sus sentimientos, dándose la importancia en sus hogares y trabajos y siendo cada vez más piadosas y generosas con ellas mismas. Las expertas en espiritualidad dicen que ese amor propio llega cuando somos capaces de descubrir a nuestra niña interior.
¿Y cómo lograrlo? Que este mes sea el momento para sentirnos así, de nuevo como una niñas, pero en el mejor sentido de la palabra. Como si el mundo fuera otro y hubiera cientos de cosas por descubrir, por saborear, por conocer y por hablar. Nuevos chistes por los que hay que reír, a pesar del agobio de los horarios largos, de los trasnochos, del afán por las cuentas por pagar o por ese momento agobiante que aún nos arruga el corazón.
Al ver a nuestros hijos o sobrinos es cuando entendemos que no deberíamos olvidarnos nunca de ese niño y de esa niña que viven en nuestro ser. Esa parte nuestra que exige del mundo lo que tal vez ni siquiera puede ser dado. Porque nos corresponde, porque tenemos ganas. Añoremos juntas unos días lejos de las estrategias, de los ojos inquisidores, de las dudas, de los celos, de los miedos infundados; lejos de los mensajes contradictorios.
Y con la certeza de que la vida sigue y que nos falta tanto por vivir, creo que el secreto real está en las ganas, hoy más que nunca soy consciente de lo simple que puede ser la vida en varios aspectos, si nos lo proponemos. Pero sobre todo, lo simple que puede ser el amor y amarnos a nosostras mismas. Mirémonos al espejo y digamonos lo valiosas que somos.