dr. camilo peñaranda
Las
limpiezas faciales son tratamientos con múltiples beneficios que ayudan a limpiar, exfoliar y nutrir la piel, promoviendo un aspecto hidratado, saludable y de apariencia más joven. Durante estos procedimientos podemos recibir consejos sobre los cuidados básicos, pero la verdad es que obtendremos todas sus bondades si forman parte de un programa antiedad y las realizamos periódicamente: idealmente cada 2 o 3 meses.
En nuestro país son comúnmente llamadas limpiezas faciales, mientras que en Europa y Estados Unidos son denominadas como “facials” o faciales, ya que existen diversos protocolos o técnicas para realizarlas. Este tratamiento es uno de los pilares del cuidado de la piel del rostro, ya que tiene múltiples efectos positivos:
Ayuda a descongestionar los poros
Elimina las células muertas de la superficie de la piel
Mejora la textura y rugosidad de la piel
Reduce la cantidad de imperfecciones del color y de los puntos negros
Aumenta la circulación y oxigenación de la piel
Estimula la producción de colágeno y elastina
Otorga efectos antiaging con reducción de líneas finas
Disminuye la aparición de acné y la secreción sebácea
Relaja y reduce la ansiedad y estrés
Entonces, ¿cuál es la manera correcta de escoger el facial más apropiado para cada mujer u hombre?
Debemos tener en cuenta los momentos de piel, la necesidad cutánea: brillo, oxigenación, reducir grasa, o hidratar y aportar un efecto de nutrición. Desde luego todos estos factores, son dirigidos por profesionales en el campo y permiten facilitar la escogencia del protocolo más apropiado.
Por tratarse de un procedimiento tan riguroso, requiere de un orden puntual.
Los pasos indispensables son: vaporización, microdermoabrasión o hidrolimpieza, extracción de comedones, en caso que se requiera, para lograr una higiene profunda sin producir irritación. Uso de luz LED para desinflamar y disminuir las bacterias que producen el acné y el uso de las mascarillas de colágeno y vitaminas para hidratar en profundidad.
Todo esto tiene que estar acompañado por un cuidado de primera calidad que cumpla con los 5 pasos básicos para tener una piel bonita: lavar el rostro todas las noches, usar antioxidantes en las mañanas, uso de protección solar, al menos dos veces al día, emplear un renovador celular en las noches y siempre aplicar una buena hidratante en las mañanas y en las noches
Rostros perfectos no existen, pero pieles saludables sí. La tez requiere mantenimiento y constancia, es como cuidar un jardín o ir al gimnasio, por eso la limpieza facial debe convertirse en un hábito y hacerse regularmente.