Salvador: Una ilusión hecha realidad
“Cuando Dios y la vida te brindan una segunda oportunidad debes abrazarla y agradecerla con mucho amor”. La presentadora y empresaria Carolina Cruz, 41 años, es de los pocos rostros conocidos que se atreven a hablar sin problema de cómo recurrió a la ciencia para embarazarse de nuevo. Caro tuvo de manera natural a su hijo mayor, Matías Palomeque Cruz, y nunca pensó que pertenecería a ese grupo en que una de cada seis mujeres no puede o tiene dificultades para concebir, dato que por cierto jamás supo hasta que se enteró de sus problemas de ovulación al querer embarazarse. ¿Por qué le pasó si es una mujer sana, deportista y feliz? “La vida te da sorpresas y tres años después de que naciera ‘Mati’ tuve que someterme a un procedimiento de FIV (Fecundación In Vitro). Resultó un camino relativamente corto, aunque fue muy retador emocionalmente, pero gracias a Dios lo logramos en el primer intento. Sé que para muchas mujeres es duro, hay parejas que no aguantan la presión, otros se tardan años, pero el alma de madre puede con todo”, revela en exclusiva.
El proceso para concebir a Salvador empezó un tiempo después de que Caro perdiera un bebé en el 2018. Pero no. No llegaba. Pasó un mes. Pasó otro. Y así, muchos. Y lo que empezó como una pequeña decepción acabó convirtiéndose en una tristeza cada vez que le venía la regla.
Algo estaba fallando. La conversación con su pareja: “Tenemos que ir al ginecólogo”. Las miradas dolientes y cruzadas, el abrazo poderoso, la lágrima que resbalaba por la cara.
Asistió a un centro de fertilidad junto con su adorado Lincoln Palomeque e iniciaron el proceso. Carolina se volvió una experta, no hubo tregua. Los primeros 12 días del ciclo hay que pincharse cada noche. “Preparas la jeringa, te descubres la zona del ombligo, la enfrías con un poco de hielo y, cuando está suficientemente insensibilizada, ¡listo!”. Es el primer paso, la estimulación ovárica, en la que se persigue el desarrollo de los folículos para que en vez de generar uno por ciclo, como es lo natural, se obtenga el mayor número posible de ovocitos.
Inyecciones-visitas al médicoinyecciones-ecografías-inyecciones… Así inició este camino y unos meses después experimentó nuevamente emoción y llanto al sentir que había algo latiendo dentro de su interior y oyó una palpitación rápida, fuerte… No, no, no era su corazón hiperventilado por los nervios, era el de Salvador, su bebé, que latía seguro y sin detenerse ni un momento...
¿Quién no ha escuchado a su madre decir alguna vez: ‘cuando seas madre te darás cuenta’? Y así, una tras otra, Caro ha ido confirmando lo que su mamá,
Buscando a este nuevo bebé aprendí que no he llegado tarde ni tampoco temprano, sino que estoy donde definitivamente tengo que estar y que los tiempos de Dios son perfectos”.
le decía, porque por mucha empatía que se tenga, no se sabe lo que una mujer es capaz de hacer por sus hijos hasta que los tiene en brazos. “Ahora es que conozco el sentido de gratitud por ser lo suficientemente fuerte para mantener a mis hijos a salvo”, indica Carolina, quien revela que estos cuatro meses de su segundo embarazo han sido maravillosos.
Gracias a este proceso también aprendió a manejar sus frustraciones, a entender que no todo sucede cuando uno lo planea, sino cuando Dios quiere, a darse cuenta de que la vida no es una carrera y que sí se puede salir adelante. Vive el día a día siendo la mejor versión de ella misma y agradece todos los días el apoyo incondicional de Lincoln, el de su familia y el de Dios, que son los que le han dado las fuerzas para seguir luchando por su sueño de ser madre de nuevo. Ha ganado sabiduría, paciencia y mucha experiencia… “Porque con esto aprendí que no he llegado tarde ni tampoco temprano, sino que estoy donde definitivamente tengo que estar”.
¿Cómo recuerdas el inicio de esta búsqueda de Salvador?
Yo quedé embarazada muy rápido de ‘Mati’; se trató de un embarazo lindo, tranquilo, maravilloso. Sin embargo, tiempo después tuve una complicación en mi útero y tuvieron que hacerme una conización cervical (una cirugía para extraer una muestra de tejido anormal del cuello uterino) y sabía que un próximo embarazo iba a ser un poquito riesgoso porque tenía esta área un poquito más pequeña… Empezamos a buscar bebé de nuevo y quedé embarazada rápido, pero lamentablemente a las nueve semanas perdí ese bebecito, y ya de ahí para acá el volver a quedar embarazada fue muy difícil, muy complicado, duro; lo intentamos mucho y nada. Fue bien complejo y triste.
¿Cuándo deciden asesorarse al respecto?
Hace un año lo veníamos pensando, pero siempre me negué. En enero de este año fui nuevamente donde mi médico, Fabio Quijano, me hizo unos exámenes y me dijo: “Caro, me preocupa tu situación, pues te veo la ovulación muy bajita; necesitamos que te hagas un tratamiento in vitro ya mismo o esto se puede complicar más”. Yo estaba un poquito angustiada por el tema. La verdad, algo me preocupaba mucho y era esa posibilidad de poder escoger el sexo del bebé, pues no quería hacerlo. Solo pensaba: “Dios mío, no me quiero saltar ese paso que es tuyo”. Lincoln me decía: “No te angusties y hagámosle, porque no hay de otra”. Nos daba susto que la cosa se siguiera oscureciendo y ya después nos tocara conseguir una donación de óvulo o algo así, porque queríamos que fuera nuestro bebecito. Arranqué todo el tema de in vitro en abril, apenas empezó la pandemia.
¿Dicen que ese proceso es difícil, es así?
Yo no sé si soy yo, mi temperamento o mi actitud frente a la vida, pero a mí me fue superbién. Pese a todo, nada fue difícil, ni doloroso, ni traumático, ni complicado. Tengo muy buena actitud y soy positiva. Lo más angustiante, al comienzo, eran las
carolina cruz
inyecciones, porque les tengo pavor a las jeringas, soy muy gallina y tenía que ponerme 6 inyecciones todos los días en la barriga, en las noches. Después se venía un banqueo todos los meses y me preocupaba la cogida de la vena y la extracción, pero les entregué todo a Diosito y a la Virgen y arrancamos esta búsqueda.
¿Cómo inició todo?
Todos los días, besaba las inyecciones, les daba energía positiva antes de ponérmelas. Traté de mirar las cosas desde otro punto de vista y todo fluyó. Me hicieron tres banqueos (extracción para aquellas pacientes con un número limitado de óvulos) y me sacaron 16 óvulos; de esos 16, cuatro se fecundaron y de esos cuatro óvulos surgió mi bebé. Me acuerdo muy bien un día que me llama el doctor y me dice: “Bueno, Caro, tenemos cuatro óvulos que se fecundaron, los cuatro son hombres, es decir, no había una mujer por ninguna parte, y yo de una vez cerré los ojos y pensé: “Gracias, Dios mío, porque me mandaste lo que sabías que era mejor para mí”; no tuve que escoger, que era mi angustia, y continuó: “De los tres, solamente hay uno que está perfecto y ese te lo vamos a poner”.
¿En ese momento que sentiste?
La verdad es que experimenté una angustia brava, porque he escuchado historias de tratamientos in vitro que muchas veces no pegan y no fluyen y hay que esperar unos días para saber que estás embarazada, pero traté de estar optimista, muy positiva. Me lo pusieron, recé mucho durante el proceso, y después del día de la transferencia nos tocó esperar doce días, que son los más complejos también porque te hacen una prueba de embarazo y es decisiva, pues tiene que salir un nivel hormonal altísimo para que se pueda corroborar que estás embarazada.
¿Cuándo supiste del resultado?
El resultado debe estar por encima de 1.500. Me hicieron la prueba de embarazo y el doctor me dijo que me llamaba al mediodía y me contaba. Llegaron las doce del día, la una, las dos de la tarde y no llamaba, y yo decía: “Dios mío santísimo, ¿será que sí o que no?”. Andaba con una angustia terrible y me acuerdo que estábamos sentados almorzando con Lincoln y Matías, y el ginecólogo me llamó y me dijo: “Estás superembarazada; te salieron todos los porcentajes en 6.500”. Con ‘Linc’ lloramos, nos emocionamos mucho; ‘Mati’ no entendía las lágrimas… Fue de verdad muy lindo lo que sentimos y la conexión que experimentamos. Desde ese día hasta hoy, me he quedado quieta, no he hecho ejercicio, nada. He estado muy juiciosa y cuidándome.
¿Cómo ha sido este embarazo?
Muy bien. Todo este proceso lo hicimos con Reprotec, que han sido maravillosos conmigo, desde las enfermeras, los doctores, todo fantástico. Yo tenía mucha angustia de pasar la semana 9, mucha ansiedad, pues muchas mamitas pierden sus bebés… Yo solo le decía a Lincoln: “Quiero estar en la semana 10 ya”. Cuando la pasamos, ya retomamos la consulta con mi ginecólogo y me hicieron el tamizaje, las pruebas de ADN, y todo está muy bien con Salvador, tengo mi cuello del útero bien, entonces este proceso ha sido más perfecto de lo que nosotros pensábamos.
¿Por qué crees que existe tanto tabú alrededor del tema del
Sí, se dice que es muy difícil y algunas mujeres sienten vergüenza de contar que su hijo nació por medio de un tratamiento in vitro, pero, ¿por qué no? Si es una posibilidad, es una luz para muchas familias. Yo ya tenía a Matías, gracias a Dios, pero le pedí a Él que hiciera su voluntad, y así fue. Quiero ser una abanderada del tema y brindarle información a la gente. Estamos en un país y en un mundo muy machista donde les echan la culpa a las mujeres del tema de la infertilidad, cuando existe
un porcentaje altísimo en los hombres, pero le dan toda esa presión a la mujer, toda esa responsabilidad, y los hombres ni siquiera se hacen exámenes, no les interesa. La mujer empieza a llenarse de pánico, de inseguridad, de horror y de angustia... Y tampoco se trata de un tema de la edad; hay parejas muy jóvenes que son infértiles, y por eso es un tema que cada día cobra mayor vigencia.
Hoy en día, que estás del otro lado, ¿cómo analizas lo que fue tu proceso?
Sé que hay mujeres que llevan años sometiéndose a este tratamiento. Yo solo me demoré tres meses, lo mío fue rápido, pero también pude haber estado del otro lado. Yo solo tenía un óvulo bueno, era una sola opción, si el huevito no hubiera pegado, no tenía ni uno más guardado. Cuando estaba joven no congelé óvulos, así que me hubiera tocado empezar el proceso de nuevo. La verdad, estuve durante un año parada en la raya de que no quería el tratamiento in vitro, porque sentía que me estaba saltando a Dios, pero siento que Él mismo me puso como una herramienta, para hablarles a muchas mujeres y para llevar el mensaje de que sí es posible traer bebés al mundo y hay que aceptar los planes de Dios con fe y con la mejor actitud.
¿Cómo asumió Lincoln todo el proceso?
Lincoln y yo teníamos claro desde el comienzo que queríamos un hermano para Matías. Lo hicimos por nosotros, pero lo hicimos por él también, porque aspirábamos a que el niño no se quedara solito. Pero desde el comienzo él estaba muy convencido, tenía una certeza en su corazón de que todo saldría bien. ‘Linc’ me dijo: “Yo me le mido, hagámoslo de una”, y los dos teníamos tan bonita energía que creo que por eso también todo fluyó muy bien.
¿Te vemos radiante, más bella que nunca. ¿No has sentido las molestias típicas de tu estado?
No; este embarazo ha sido como el de 'Mati', no me ha dado nada, ni maluqueras. Lo único que siento es mucho sueño y que la comida me sabe delicioso. Las papilas gustativas como que se me despertaron y todo me sabe rico. Con ‘Mati’ me acuerdo que me dio antojo de Cocosette, pero como hice ejercicio desde el día uno hasta el último, la ansiedad estaba controlada. Ahora, este embarazo me cogió muy flaca, porque andaba muy juiciosa con mis rutinas, pero ya llevo sin entrenar cuatro meses y me he sentido tranquila. Junto con Manu Molano, mi coach, planeamos llegarle a ese nicho de mujeres embarazadas y empezaremos a hacer unos lives bien chéveres para mujeres en gestación o que acaban de tener hijos. Por ejemplo, no puedo hacer nada con peso, tengo que hacer pura repetición, cuidándome los movimientos... Ya pronto empezaremos a acompañarlas.
¿Con la carga hormonal del inicio, has experimentado cambios en tu cuerpo?
Ahora me subí mucho más rápido de peso que con 'Mati', pues me dieron mucho medicamento… digamos que es un cambio hormonal fuerte. Hasta la semana 10, tomé progesterona y tenía que ir todos los sábados a que me pusieran una inyección fuertísima de hormonas, más los óvulos diarios, es una carga poderosa, pero ha sido un embarazo tan esperado, que las hormonas son lo de menos.
¿De dónde salió el nombre: Salvador?
A mí me encantaba Benjamín, porque así se llamaba mi abuelo, pero luego de hacer la oración de la Virgen de la dulce espera todos los días y de rezar el rosario junto a mi amigo Diego Pachón, ese nombre venía a mí todos los días. Yo lo leía tanto que le dije a Lincoln, y como a los dos nos gustaba, ya teníamos clarísimo que si era niña se llamaría Guadalupe, pero como fue hombre, se llama Salvador, y ya. Quedamos felices.
¿Cómo le contaron la buena noticia a Mati?
Hasta hace dos semanas le contamos. Nos íbamos para una finca, era el primer
paseo después de 6 meses, y nos íbamos con mi cuñado y le dije a 'Linc': “Oso, yo ya no puedo tapar esta barriga; toca contarle a tu hermano porque en vestido de baño se me va a notar, pero primero contémosle a Mati”. ‘Linc’ le preguntó: “¿Oye, tú sabes qué tiene tu mamá en la barriga?” Y él de una dijo: “Sí, un bebé”, y nosotros, ¿qué?, y como de la nada le dijimos que se llamaba Salvador, le compramos una cajita de gomas, le dijimos que se la enviaba su hermanito y él empezó a darme besos en la barriga, feliz y dichoso.
¿Qué ha dicho el resto de la familia?
Mi mamá lo presentía; se puso feliz. La familia y los amigos… todos están felices. Ha sido, de verdad, muy lindo, porque la gente sabe lo que hemos buscado este bebé, lo que lo anhelábamos, lo que habíamos estado esperándolo… Eso ha sido lo más lindo de todo.
¿Cómo ha sido ese proceso de redescubrir tu cuerpo?
Ha sido divino. Estábamos en la finca ese fin de semana, era la semana 13 exacta, y yo estaba acostada y me puse la mano en la pancita y sentí como una burbujita; él se mueve, igual que Matías, cada vez que como algo dulce. Le dije a Lincoln: “Ven, ven que se está moviendo”, y ese día comí gomas todo el día para sentirlo. Yo creo que el primer embarazo es más asustador, porque todo es nuevo para uno, los cambios del cuerpo, bobadas como la celulitis, pero yo ya me di cuenta de que tuve a mi primer hijo, recuperé mi estado físico, llegué a estar mejor que como estaba antes… Trato de gozarme todos los cambios y me siento plena, disfruto verme mi panza.
¿Cómo defines a esta madre que eres hoy?
Uno madura y las prioridades te cambian completamente. Me siento más reposada, más tranquila y enfocada. El tiempo de Dios es perfecto y Él hace que todo sea así, lo que uno necesita vivir y como Él quiere que uno lo viva, y así tiene que ser. Ya rumbeé lo que tenía que rumbear, viajé lo que tenía que viajar, ya conocí, pasé bueno, nos gozamos 8 años de relación con Lincoln y ya después nos dedicamos a nuestros hijos. Poder tener los hijos siendo una mujer más madura es maravilloso porque se está más segura,
que está bien, y en realidad no. Apenas iba a empezar el proceso in vitro, lo hice y siento que eso también me sirvió mucho para quedar embarazada, pues entendí y acepté que nunca superé la pérdida de mi segundo bebé.
¿Cómo fue esa programación?
Empecé a contarle a ella de mi proceso, que no había podido quedar embarazada, que estaba preocupada, pues ya llevaba un tiempo buscándolo, y le conté de la pérdida de mi bebé y me preguntó: “¿Tú ya lo superaste?” Y yo le respondí: “Sí, lo tengo superadísimo”. Pero yo no le había hecho el duelo al tema, porque en la vida me puse una cantidad de responsabilidades y tareas que me convertí en una mujer muy dura, muy fuerte en muchas cosas; no me gusta que la gente me vea débil. Pero hay momentos en los que uno se cae ¡Un look divino!
"Apenas comencé la cuarentena tomé la decisión de hacerme un cambio de look porque tenía el pelo un poquito maltratado, entonces encontré este productazo maravilloso de Igora y ya, durante el confinamiento, yo sola me hice el cambio de color y me encantó, porque es muy fácil hacerlo en casa. La caja trae todas las especificaciones y como incluye todo lo que uno necesita, me fue superbien . Como la primera vez me quedó divino el color, lo hice otra vez y así estuve toda mi cuarentena, sintiéndome muy linda con mi pelo arreglado y sigo feliz pintándomelo en casa”, revela. y es normal llorar, que te sientas deprimido. Toda esta programación lingüística me hizo hacerle duelo a ese bebé, entender que esa almita había venido a enseñarme algo y también se fue por algo...
¿Hoy cómo asumes esa pérdida tras este tratamiento?
Hice un trabajo bonito con ella, superando el tema de este bebecito que se fue al cielo, dándole su puesto. La psicóloga me decía: “Si a ti te preguntan ¿cuántos hijos tienes?, tú tienes que decir 3; no puedes decir 2 porque esa almita existió y tienes que ponerle un nombre”. Me mandó a hacer un trabajo tan lindo, y creo que eso me ayudó mucho a prepararme para recibir este bebé como tenía que recibirlo. Hice el duelo, acepté que puedo llorar, que puedo sentirme débil, mal, y una cantidad de cosas que nunca me permitía.
¿Qué situaciones que viviste como mamá primeriza no volverías a repetir?
Le intentaría mucho más al tema de la lactancia porque con Mati lacté solamente cuatro meses. En eses momento teníamos una situación muy compleja, que era la enfermedad de mi suegra, eran dos emociones ahí como divididas. Creo que Lincoln se va a gozar mucho más este embarazo porque no tiene la preocupación de su mamá enfermita y no significa que no se haya gozado el de Mati, pero él tenía que llegar a la casa y quitarse esa careta de tristeza y poner esa carita de felicidad cuando por dentro estaba destruido. Sin duda, intentaría más la lactada por lo menos seis mesesitos, planeo meterle mucho más la ficha.