APRECIADA SANDRA BORDA:
Con frecuencia la escucho o leo sus comentarios, y admiro su inteligencia y capacidad, pero no puedo evitar que me quede la sensación de que hay en sus intervenciones un aire de “estar por encima de los demás mortales”, y quizás esa no es su intención, pero por lo menos a mí me queda ese sabor.
Y con la columna que escribió en la edición 140 (mayo 23 a junio 21) de la revista Arcadia titulada “Manifiesto de una mujer soltera” me sucedió lo mismo.
Me explico: es respetable la decisión de vivir solo (mejor solo que mal acompañado, dicen algunos), pero eso no significa que sea la menor opción. Sería más objetivo explicar que ambas opciones tienen beneficios y dificultades. Aunque usted no lo dice explícitamente, me quedó la sensación de que aboga por esta opción como la mejor, ya que dice que la otra es “porque alguien tiene que hacerlo”.
En el hipotético caso de que toda la humanidad decidiera vivir sola, ella se acabaría por sustracción de materia. Entonces, tener pareja y procrear es normal, no en un sentido moral, sino en el de ser lo típico y natural para la supervivencia de la especie. Además, vivir en familia sirve para aprender a convivir con otros.
Finalmente, no creo que los hombres que deciden vivir solos sean sabios, y las mujeres sean dignas de lástima porque “les tocó”. Creo que ambos se pierden la oportunidad de compartir alegrías y tristezas, éxitos y fracasos, con alguien a su lado.