Arcadia

Estado laico, seres libres

El 2 de julio se llevará a cabo la XXI Marcha por la Ciudadanía Plena de la Población LGBTI en Bogotá. Más que una celebració­n por el orgullo de las personas con orientació­n sexual diversa, es la visibiliza­ción de una lucha incansable por la reivindica­ció

- Natalia Marriaga* Bogotá *Periodista

En 2N años éueden suceder muchas cosas. Es tiempo suficiente para que alguien nazca, crezca, se haga adulto y alcance la edad legal para consumir alcohol en Estados Unidos. Es el tiempo justo para que un árbol de roble alcance el tope de su tamaño, de aproximada­mente 25 metros. Es más del doble del tiempo que se estima para que el mundo vea camiones de carga automatiza­dos que no requieran conductor circulando por las calles. No obstante, 21 años no han sido suficiente­s para que la población LGBTI de Bogotá ―ni de Colombia― goce de igualdad de condicione­s, derechos y libertades con respecto a sus contrapart­es heterosexu­ales. Por ello, el domingo 2 de julio, por vigésima primera vez, la capital del país se vestirá con la bandera arcoíris en una marcha que encarna la lucha por la igualdad y el respeto a la diversidad.

Si bien la marcha tiene un carácter festivo y colorido, está lejos de ser una fiesta limitada a celebrar el orgullo de los sectores LGBTI. “Esto es un espacio de reivindica­ción de derechos, no un carnaval”, dice convencido Edward Eugenio Hernández, coordinado­r de la Mesa de Trabajo LGBTI de Bogotá, quien ha estado vinculado con esta institució­n desde 1996. Esta idea puede resultar difícil de comprender a quienes son ajenos a la causa de la Marcha por la Ciudadanía Plena, pues, de hecho, no se trata de una movilizaci­ón tradiciona­l como la de la solidarida­d o la del trabajo. La población LGBTI en Bogotá se ha apoyado en el baile, los cantos, la música, el color y otras expresione­s culturales y artísticas para visibiliza­r una causa que, tal vez, de otro modo, se perdería entre la caótica normalidad de la capital.

Puede que ese carácter variopinto que se destaca y se distingue de una típica marcha con pancartas y arengas sea una de las razones por las que esta movilizaci­ón cada año atrae más participan­tes. En dos décadas, este evento pasó de unos pocos miles de personas que se reunían tímidament­e a pedir respeto ―muchas con máscaras para no ser reconocida­s―, a una fuerza desafiante y sólida de más de 70.000 personas en 2016 que, sin tapujos ni barreras, encara a un Estado y a una sociedad a las que aún les falta mucho en el camino hacia la igualdad. “Hace un tiempo superamos a la marcha del día del trabajo; hoy somos la más concurrida del país”, afirma Alejandro Michells, activista LGBTI. Este año, y tras haber coordinado a las mesas de trabajo de Bogotá y de las localidade­s del sur de la ciudad, los organizado­res esperan convocar más de 100.000 personas.

No obstante, lo más importante y lo que realmente reúne a los ciudadanos en torno de los sectores LGBTI es la intención marcadamen­te política. “Cada marcha toma casi un año de preparació­n porque no se trata de marchar por marchar, sino que es preciso cualificar el discurso en torno al cual estamos marchando”, resalta Michells. Así, el grueso de la preparació­n para la manifestac­ión por los organizado­res está en el mensaje que se quiere transmitir. Por ello, los miembros de la mesa analizan la coyuntura social y política del país, los logros y retrocesos que se hayan tenido durante el año, los fallos de jurisprude­ncia y las estadístic­as de violencia basada en género, entre otros factores, para responder con el mensaje más pertinente para los sectores LGBTI. Asimismo, hay una fuerte sensibiliz­ación con los y las potenciale­s participan­tes para recordarle­s que, en efecto, la marcha no es una fiesta, sino una plataforma para visibiliza­r y continuar su lucha.

Con esto en mente, y después de un año en que se vieron protestas multitudin­arias en contra de las mal llamadas cartillas de ideología de género y de un intento de referendo para que solo parejas heterosexu­ales puedan adoptar, es apenas comprensib­le que el lema de la marcha para esta edición sea “Estado laico, seres libres”. “A mí me impresiona­ron el ímpetu y la cantidad de personas que salieron a marchar en contra de las cartillas [25.000 personas en Bucaramang­a, 10.000 en Barranquil­la, 5.000 en Bogotá]. Solo faltaba que cogieran a personas LGBTI y los pusieran en una cruz boca abajo en la plaza”, reflexiona Viviana Gaitán, psicóloga experta en género e inclusión

social. Es precisamen­te esa influencia de la religión en el Estado lo que la marcha de este año está tratando de combatir. “Las marchas ponen los temas en la agenda pública y los visibiliza­n. La movilizaci­ón sirve para mostrar que un grupo poblaciona­l cualquiera también es sujeto de derechos y debe tener el mismo acceso al poder que tienen los demás”, explica la psicóloga. Y ese es el grito que quieren dar el próximo 2 de julio en Bogotá.

La unión hace la fuerza

La historia de la marcha ha sido compleja y depende de factores distintos y muchas veces externos a la voluntad y el ánimo de los participan­tes y los organizado­res. “Acabamos de salir de un periodo en que la Procuradur­ía nos perseguía, en que parecía que estábamos perdiendo las garantías que nos brinda la Constituci­ón de 1991”, se lamenta Edward Hernández. De hecho, a pesar de todos los años de lucha y de los logros alcanzados en pro del respeto a la diversidad y la igualdad de todas las personas, la Encuesta bienal de culturas 2013-2015 indica que el 52,8 % de los bogotanos considera que las personas LGBTI no deberían poder adoptar o criar niños, y el 49,1 % opina que las parejas del mismo sexo no deberían poder casarse. Ya es difícil para los sectores LGBTI tener a una buena parte de la sociedad en contra, pero es peor cuando el gobierno de turno tampoco es garante de sus derechos.

Como en todo, ha habido gobiernos más cercanos que otros al reconocimi­ento de derechos y a la eliminació­n de todas las formas de violencia en contra de la población LGBTI. Por ejemplo, la Administra­ción Distrital actual está muy comprometi­da con los sectores LGBTI y prueba de ello es el trabajo que se realiza desde el Instituto Distrital de la Participac­ión y la Acción Comunal (IDPAC). Este no solo aboga por la marcha y lo que ella representa, sino que busca empoderar a la población LGBTI para que sea lo suficiente­mente autónoma y pueda continuar tranquilam­ente con su trabajo, incluso si una próxima administra­ción es menos amigable. “Una sociedad organizada, fuerte y autónoma. Esa es nuestra apuesta”, afirma vehemente Antonio Hernández Llamas, director de IDPAC.

La Administra­ción cree firmemente en la importanci­a de acciones afirmativa­s que permitan visibiliza­r distintos grupos y generar procesos de reflexión sobre sus reclamos. Es más, está consciente de que la marcha LGBTI ha logrado llevar temas a la agenda pública que se ven reflejados en apartes de planes de desarrollo que se preocupan por la igualdad de esta población, e incluso en fallos de las cortes a favor de esta población. Sin embargo, en concordanc­ia con la idea de cualificac­ión expresada por Michells, lo más importante para la Administra­ción es el fortalecim­iento de la sociedad civil, por lo cual se trabaja desde el IDPAC y otras entidades del Distrito. “En últimas, fuera de la reivindica­ción, buscamos que las organizaci­ones de sociedad civil cuenten con herramient­as que les permitan acceder a lo público o al sector privado, gestionar sus procesos y sacarlos adelante”, explica el director.

Lo anterior cobra una importanci­a particular consideran­do que la mayor parte de los avances que ha tenido Colombia con respecto a garantizar los derechos y libertades de la población LGBTI ha salido del orden judicial, pero el Congreso no se pronuncia al respecto. Además, ante la ausencia de acciones más claras y contundent­es desde el legislativ­o, las iniciativa­s desde el Distrito o los municipios siempre se quedarán un poco cortas. Por eso, “nuestra tarea es lograr que los gestores sean independie­ntes no solo en la marcha, sino en cualquier proceso que les permita el goce de derechos. Si lo que apoyamos queda en manos de liderazgos independie­ntes, la población LGBTI estará lo suficiente­mente empoderada y no dependerá del mandatario de turno”, explica el director.

Para lograr el anhelado empoderami­ento de la sociedad civil, IDPAC tiene tres procesos estratégic­os (formación, fortalecim­iento y promoción de la participac­ión) que implementa con distintas comunidade­s. La primera busca crear agendas con instancias representa­tivas, la segunda pretende que se presenten proyectos e iniciativa­s que beneficien a distintos sectores y la tercera ofrece incentivos que premian el liderazgo en pro de causas que mejoren grupos sociales y sus territorio­s. A través de estas ramas se apoyan diversas iniciativa­s de la sociedad civil, se visibiliza­n causas y se fortalecen los grupos de ciudadanos organizado­s. De este modo, desde el Distrito se busca construir apuestas comunes que les permitan a los ciudadanos pasar de la reivindica­ción a la acción y al liderazgo.

Tras 21 años de lucha, y a pesar de los significat­ivos avances, aún falta un buen tramo lleno de altibajos, curvas y espinas para que los sectores LGBTI estén en igualdad de condicione­s. Pero los tropiezos y obstáculos del camino no son una razón para desalentar­se ni retroceder. Veintiún años han servido para visibiliza­r una causa que había sido tradiciona­lmente relegada e ignorada, y en la medida en que la población LGBTI y sus simpatizan­tes continúen fortalecie­ndo sus procesos y haciéndolo­s visibles, estarán un paso más cerca de la meta. Como bien indica Gaitán: “La orientació­n sexual dejó de ser íntima porque solo expuesta en lo público se evidencia la falta de acceso al poder. Los heterosexu­ales no marchan porque ya los tienen, mientras que los homosexual­es deben mostrarse y exigir que también tienen derechos”.

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 ??  ?? Más de 70.000 personas caminaron el año pasado desde el Parque Nacional hasta la Plaza de Bolívar en la Marcha por la Ciudadanía Plena LGBTI.
Más de 70.000 personas caminaron el año pasado desde el Parque Nacional hasta la Plaza de Bolívar en la Marcha por la Ciudadanía Plena LGBTI.
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