TU VOZ ESTÉREO: HONGOS EN CASA
Scómodamente en nuestra burbuja aséptica, dejamos de hacer una mirada crítica de los contenidos de los canales abiertos en los que —especialmente en los privados— pululan hongos venenosos que terminan siendo fuente de entretenimiento para la mayoría de los televidentes. Recordemos que, según el MINTIC, la televisión abierta llega a un 93 % de los hogares mientras que solo un 53 % de los colombianos tiene acceso a internet (sustrato de Netflix y otras maravillas oníricas).
Es ahí, en el cuarto oscuro que dejó nuestra retirada, que el mal gesta sus monstruos. Yo encontré un engendro de laboratorio del horror que procederé a describir para esos lectores que no saben de su existencia: en el abismo del horario estelar (entre 6:00 y 7:00 p.m., vía Caracol Televisión) crece un hongo que se llama Tu voz estéreo. Todos los días este adefesio recrea un programa radial en el que se “atienden” los casos de la vida real que sus oyentes llaman exponer. A través del recurso de la dramatización (y no estoy hablando en sentido figurado) nos adentramos en experiencias personales que son una tragedia (literal) de proporciones bíblicas. Conocemos mujeres abandonadas por lujuriosas; infidelidades con costos mayúsculos para las parejas; hombres que pecan por bellezas superficiales; el espejismo del dinero fácil; la sin salida de las malas amistades; los errores del pasado que regresan a atormentar el presente… y todo está infestado de arrepentimiento, mucho arrepentimiento culposo. Los guiones presentan una variante en cada programa: es la ficción dentro de la ficción, pues estamos recreando lo que solo podemos oír un programa de radio, y este recurso le da una atmósfera de realismo. Es un simulacro del testimonio, que aparenta verdad. Y se sabe que los casos de la vida real reconstruidos con la ficción son mucho más efectivos en términos didácticos y morales. El resultado, veánlo ustedes mismos, es fácil: es todos los días, es simplemente dramático.
No voy a gastar esta columna exponiendo la precariedad técnica y estética de este engendro; es pura televisión de categoría B: una especie representativa de lo que subsisten en el ecosistema de nuestra televisión abierta. Eso no es su culpa, pero tampoco puede ser su excusa.
Lo que quiero evidenciar es su aspecto indefectiblemente moralizante: el tono de los mensajes subyacentes son todos retardatarios —por no decir antediluvianos—: una invasión apologético-infecciosa que supura machismo, arribismo, clasismo y miedo a la diversidad. Toda una lección demagógica de la moral superficial del cuidado que se alimenta del pobre imaginario audiovisual de guionistas y de políticas inescrupulosas de los canales para conservar la audiencia a como dé lugar.
Mientras el mundo de la narrativa televisiva se revoluciona, los canales privados apuestan por envenenar a la audiencia con un níscalo transmitido en un horario que se considera “podrido”. Pero, ¡mucho cuidado!, que esta franja es la antesala del primetime y su audiencia no es nada despreciable.
Si Tu voz estéreo es el mutante insigne de cómo los canales privados apuestan por cultivar moho en la televisión abierta, confieso que me intriga conocer la proyección del perfil sociodemográfico de sus televidentes: ¿qué tipo de audiencia quiere incubar Caracol —o su competidor— para su crecimiento? Si las clases medias-altas y la academia abandonaron la televisión abierta (desde hace un buen rato que la trama de alguna telenovela nacional no es tema de conversación casual de mis almuerzos), ¿lo que nos espera es una televisión abierta en la que solo se encuentren cepas de Tu voz estéreo? El populismo, en todas sus vertientes, está ahí y se nutre de una televisión en estado vegetativo y que propone basalmente un modelo tan precario de relacionamiento humano que se constituye en un peligro para la nación.
Podemos optar por no verlo y olvidar que este relato infecta miles de hogares todos los días, mientras soñamos despiertos con nuestro impoluto consumo de televisión gracias a Netflix. Podemos pregonar en nuestros círculos y redes qué serie nos cautiva o qué documental nos emociona. Pero, ¡atención!: sabemos que las telenovelas acompañan la vida cotidiana y cumplen un papel crucial en el asunto identitario de las clases populares. Es ahí donde se construye ciudadanía. Y en estéreo, queridos oyentes.
í, los servicios en línea de televisión por suscripción son una ensoñación:sus adeptos —yo,el primero— asumimos la postura del “si veo solo lo que quiero y cuando quiero; ¿qué me importa lo que se emita por televisión abierta?”. En la segunda parte de esta premisa se anida un enorme peligro colateral: al aislarnos