LA OTRA TOMA

Esteban Duperly*

Cada noviembre la memoria visual del país nos trae de regreso un puñado de imágenes trágicas: las de la Plaza de Bolívar durante la toma del Palacio de Justicia. De esas 28 horas quedaron muchas fotos icónicas, como una que registró algún reportero durante el inicio de la “retoma”, en la que se ven los tanques cascabel apuntando hacia el frente, la Catedral Primada de fondo y, al lado, la casita de teja y balcón de baranda de la Casa del Florero, usada como comando del Ejército. Todo lo que sucedió en ese lapso fue una infamia y dejó en un par de generaciones, o tal vez en tres, una huella visual traumática. A veces no podemos dejar de asociar a la Plaza de Bolívar con esas imágenes.

Pero otra fotografía similar tiene la capacidad de hacernos saber que otros mundos mejores han sido posibles. Esta imagen, hecha por el sacerdote y fotógrafo Andrés Ripoll en una fecha indeterminada –mucho antes de 1985, en todo caso– muestra una plaza distinta y tranquila. Es otra toma. Se hizo casi desde el mismo ángulo que la imagen descrita arriba, pero aquí hacia el frente apuntan carros de civiles estacionados en parquímetros de moneda. Un bus se detiene a recoger gente en el cruce de la carrera séptima con calle 11, un hombre lleva el periódico bajo el brazo, un par de mujeres pasean y, aunque el tamaño de esta reproducción no permite verlo, una parejita junta las manos al borde de una de las piletas de las fuentes que demolieron en 1960. Las quitaron, y quién hubiera podido anticiparlo, para que por ahí pasara años después un escuadrón de tanques.