Arcadia

El eterno Van Gogh

El trabajo minucioso de cien artistas resultó en esta espléndida película que ningún admirador del arte debería dejar pasar por alto. Un bello espectácul­o para los sentidos.

- Susana Rico * Bogotá *Periodista y literata.

Vincent van Gogh fue, sobre todo, un autodidact­a. El gran pintor nacido en Zundert, Países bajos, en 1853, fue el hijo mayor de seis hermanos aunque no el primogénit­o. A lo largo de su dura existencia, debió cargar con el peso de ser la copia del primer hijo Vincent, fallecido a corta edad. A raíz del rechazo que sufrió de su madre y la indiferenc­ia del padre, derivó en múltiples fracasos profesiona­les y crisis emocionale­s. Solo a sus 28 años, Van Gogh, fortalecid­o con el apoyo psicológic­o y monetario de su hermano, compró un caballete y sus primeras pinturas.

Se trasladó a París, la meca del arte, para aprender lo necesario y continuar su camino. Desde sus comienzos fue considerad­o una de las promesas de la pintura de la época. Sus técnicas de composició­n y manejo del color, guiado por maestros como Paul Gauguin, Toulouse-lautrec o Cézanne, le valieron ese reconocime­nto. Irónicamen­te, solo vendió una pintura mientras vivía.

Antes de su muerte se trasladó al pequeño pueblo de Auvers sur Oise, donde todavía es posible conocer el cuarto en el que habitó y un lugar en el que aspiraba a crear un taller para artistas. Un llamado que solo respondió su amigo Paul Gauguin y que terminó luego de una fuerte discusión en la que Van Gogh se cortó la oreja izquierda. El conocido episodio mancilló su reputación y se transformó en uno de los detonantes de su fallecimie­nto, ocurrido en 1890.

¿Suicidio o asesinato? Es la pregunta que le da fundamento al largometra­je Loving sincení, una de las más deslumbran­tes experienci­as cinematogr­áficas de este año. Una pregunta que mantiene en suspenso al espectador y que incluso lo hace dudar de las conviccion­es sobre la muerte del artista, que ocurrió en el mejor momento de su carrera y que sucedió en un extraño periodo de plenitud en el que se encontraba sumergido. El largometra­je, dirigido por Dorota Kobiela y Hugh Welchman, cuenta la historia de la vida del pintor a partir del misterio que rodeó su muerte y las emblemátic­as cartas que el artista escribió a su hermano y patrocinad­or, Theo van Gogh. Una carta sin entregar se convierte en el pretexto ideal para que Armand Roulin, hijo del cartero, emprendier­a una búsqueda de todas aquellas que fueron cruciales durante los ocho años que duró su corta vida artística para hacer llegar la misiva a su destinatar­io.

Cada segundo del filme animado está compuesto por 12 imágenes, cada una equivalent­e a un fotograma capturado de la película grabada por actores reales en locaciones de Polonia. En sus 95 minutos de duración, Loving sincení utiliza el flashback como recurso en el que se retrata por un lado la búsqueda –al inicio sin ningún tipo de interés– que emprende Armand Roulin y por el otro, la vida de Vincent Van Gogh según las descripcio­nes hechas por él mismo en sus 650 cartas dirigidas a su hermano menor Theo y publicadas después de su muerte.

En cada una de ellas expresó sus más profundos temores y reflexione­s sobre arte y literatura haciendo uso de un lenguaje poético que traspasó papeles y lienzos a la gran pantalla. En Loving sincení, las escenas cambian con la paleta de colores que adquiere vida propia de acuerdo al momento que el largometra­je presenta. Aunque esto podría ser una forma de narrar que cae en el cliché, la película no sería igual si se presentara con una estructura lineal. Una vida marcada por altos y bajos no podría retratarse sin ellos. Los momentos en color van cambiando de tonalidad a medida que los narradores, personas que se relacionar­on estrechame­nte con el autor días antes de su muerte, cuentan su versión de la historia.

La película Loving sincení, tan fascinante como la obra del artista neerlandés –considerad­o póstumamen­te padre del arte moderno–, es magistral e hipnótica. Es la primera película que combina la pintura al óleo con la animación. Más de 100 artistas buscaron recrear –con la técnica del pintor– en más de 60.000 imágenes, los escenarios en los que Van Gogh pasó los últimos días de su vida.

Para el espectador, las constantes revelacion­es que se hacen a Roulin significan descubrimi­entos sobre el artista sin ningún tipo de adorno. De la manera más íntima, se presenta al hombre solitario que encuentra en la pintura un medio para canalizar sus emociones más hondas, pero también para darle una nueva mirada al mundo que lo rodeaba y quizás, entonces, entenderlo. •

Cineco Alternativ­o trae a Colombia una nueva versión de la vida del reconocido pintor neerlandés, Vincent van Gogh, del 30 de noviembre al 3 de diciembre con únicas funciones en varias ciudades del país.

LOVING VINCENT

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