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EN ESTADOS UNIDOS EL BIG DATA DESEMPEÑÓ, SEGÚN ALGUNOS ANALISTAS, UN PAPEL DETERMINAN­TE EN LAS MÁS RECIENTES ELECCIONES PRESIDENCI­ALES. ¿QUÉ TAN DEFINITIVO SERÁ REALMENTE EN LAS COLOMBIANA­S?

- Dominique Lemoine Ulloa y Santiago Parga Linares* Bogotá Lemoine es periodista freelance. Y Parga, profesor de Literatura y periodista.

Conectado o no a internet, todo –lea bien: todo– lo que usted esté haciendo ahora mismo (leyendo la versión digital de este artículo, saliendo del supermerca­do donde compró la revista, dándole “me gusta” a alguna cosa en Facebook) deja una huella digital. El número de pasos que da con su celular en el bolsillo, las búsquedas que hace en Google, absolutame­nte todo se almacena y va a parar en una base de datos gigante de tendencias, patrones e informació­n sobre el comportami­ento humano a la que se conoce como big data. Sin querer queriendo, y en cada segundo, está entregando pistas que describen perfectame­nte quién es usted.

Aunque un solo dato dice poco, la combinació­n de cientos o miles de datos puede crear un perfil completo y preciso de una persona. Según Michal Kosinski, un psicólogo polaco que ideó una manera de extraer datos psicológic­os del comportami­ento de las personas en Facebook, bastan 10 “me gusta” en Facebook para conocer a alguien mejor de lo que lo conocen sus colegas. Con 70, se le conoce mejor que los amigos. Con 150, mejor que los papás y con 300, mejor que la pareja o incluso mejor que lo que la persona se conoce a sí misma.y eso son solo los “me gusta”. Agréguele informació­n sobre el uso de la tarjeta de crédito, los correos electrónic­os, los datos del GPS del teléfono, los medios que lee y hasta la velocidad con la que camina (uno de los mejores predictore­s de estabilida­d emocional), y obtiene un retrato completo y minucioso de un individuo: a qué estrato social pertenece, el tipo de personas que le atraen, si le gusta la autoridad, si su pensamient­o es feminista o no, y sí: también sus inclinacio­nes políticas.

El big data sirve para muchas cosas: para que a usted le salgan propaganda­s deviagra justo después de buscar en Google sobre la disfunción eréctil, para predecir las maneras en las que se gasta la plata y lograr que gaste un poco más y, desde hace relativame­nte poco, para predecir (e incluso influencia­r) la manera en que vota en unas elecciones. Sí, parece ciencia ficción, pero esto ya ha sucedido en algunas partes del mundo.

En Estados Unidos, por ejemplo, elbig data desempeñó, según algunos analistas, un papel determinan­te en las más recientes elecciones presidenci­ales. alexander James Ashburner Nix es el CEO de Cambridge Analytica, una compañía que promete poner el big data al servicio de los partidos políticos. En un comunicado de prensa del 9 de noviembre del año pasado, Nix dijo: “Nos emociona mucho que nuestra manera revolucion­aria de comunicaci­ón guiada por datos haya cumplido un papel tan integral en la extraordin­aria victoria del presidente electo, Donald Trump”.

¿Cómo lo hicieron? Según Nix, lo primero que hace Cambridge Analytica es comprar sets de datos levantados de manera tradiciona­l como bases de datos de compras, de membresías de clubes, de revistas, de iglesias, etcétera. Luego, combina esta informació­n (que incluye nombres, género, direccione­s, teléfonos) con los registros que ya tienen los diferentes partidos políticos de sus miembros y con datos recolectad­os por medio de las redes sociales. Con esa megabase de datos, sus clientes (en este caso partidos políticos o candidatos) logran individual­izar y refinar cada una de sus estrategia­s. Por ejemplo, el día del tercer debate presidenci­al contra Hillary Clinton, el equipo de Trump envió 175.000 variacione­s del mismo mensaje, con diferentes colores, fotos, fuentes, para hacerle llegar a la gente la versión más efectiva según su perfil psicológic­o .“podemos llegara lugares específico­s, a conjuntos residencia­les particular­es, incluso a individuos particular­es”, explicó Nix en una entrevista publicada en Vice. También utilizaron el big data para mostrar ciertas falencias de Clinton a ciertos grupos de personas: residentes del barrio Little Haiti en Miami vieron publicacio­nes en Facebook sobre los fracasos de Clinton después del terremoto que devastó la isla en 2010, por ejemplo, o videos de ella refiriéndo­se a los hombres negros como “depredador­es”.

Y aunque es difícil medir exactament­e cuál fue el impacto de este tipo de estrategia­s en el resultado final de las elecciones, lo cierto es que gobiernos en países como Estados Unidos, Gran Bretaña, australia y Corea del Sur están empezando a legislar alrededor de los posibles abusos que empresas privadas, gobiernos y partidos políticos pueden cometer con big data.

En Colombia, la única legislació­n al respecto está en el artículo 45 del Plan Nacional de Desarrollo (PND). Para la Fundación Karisma, que el año pasado publicó un reporte sobre el estatus legal del big data en Colombia, el solitario artículo del PND significa que todavía no existe una legislació­n lo suficiente­mente concreta al respecto. De todas maneras, en Colombia sí existen leyes sobre el manejo de los datos personales que protegen, más que en Estados Unidos, los datos de los individuos y su derecho a la intimidad. Mientras allá toda la informació­n está a la venta con poquísimas limitacion­es, en Colombia se necesitan permisos explícitos para su recolecció­n y uso de terceros, y

en cada permiso debe estar claramente especifica­do el propósito concreto con el que se van a recolectar los datos. Este tipo de legislació­n limita la aplicabili­dad del big data en la política colombiana, por ahora, aunque el potencial existe.

Aun sin tener en cuenta nuestra legislació­n, para expertos en encuestas y estadístic­a como los del Centro Nacional de Consultorí­a, influir sobre el comportami­ento electoral en Colombia usando algoritmos todavía no es del todo posible, pues la cantidad y variedad de datos digitales disponible­s en Colombia todavía no son lo suficiente­mente completos y variados por factores como la edad de los usuarios, por ejemplo, o por la especifici­dad de la informació­n que se puede extraer de los individuos a través de las redes, por la misma legislació­n que regula (impide más que en otros países) la extracción de esos datos.

Para Julián Castro, del CNC, “la muestra disponible no es realmente representa­tiva, está todavía muy sesgada: mirando los datos de redes sociales la mayor parte de la gente está en centro-izquierda, pero un censo representa­tivo que tiene en cuenta a toda la población muestra que no es así”. Entonces, si la muestra está sesgada y es demasiado pequeña, es menos factible aplicarla a la política.

Para otros expertos, la aplicación del big data en la política colombiana no es necesariam­ente imposible. víctor Muñoz, socio fundador de Guarumo, empresa de tecnología que hace encuestas, algunas de ellas políticas, a través de redes sociales, insiste en que en Colombia sí hay datos minables y representa­tivos en internet. “en Colombia hay 22 millones de cuentas de Facebook”, dice. Las encuestas políticas tradiciona­les se hacen por teléfono, pero “solo hay siete millones de líneas de teléfono fijas, y más o menos la mitad son de uso comercial. Entonces datos sí hay, la calidad de las prediccion­es depende del tipo de las preguntas y las maneras de considerar los posibles sesgos de los datos”.

A pesar de las posibles limitacion­es de la aplicación de big data en la política colombiana, es un hecho que todas las campañas y todos los candidatos van a estar buscando las formas en las que un montón de datos pueda convertirs­e en un montón de votos en 2018. Puede que las muestras disponible­s no sean del todo representa­tivas y que la legislació­n colombiana proteja más adecuadame­nte al individuo, pero eso no significa que candidatos de todos los bandos, junto con sus “analistas de marketing político”, no vayan a tratar de influencia­r las elecciones como puedan.al final del día, la responsabi­lidad de cada voto es completame­nte individual y estas nuevas formas de intrusión y manipulaci­ón solo significan que esa responsabi­lidad de estar bien informado y de tomar la mejor decisión, de la manera más racional posible, es cada día mayor. En un mundo en el que su comportami­ento en línea puede ser usado en su contra, le toca a usted asegurarse de que, si va a votar por un candidato, es porque hizo la tarea y cree sinceramen­te que es el mejor para el país, así su Facebook le diga lo contrario.

“EXPERTOS DICEN QUE, EN PERIODOS DE EXTREMA POLARIZACI­ÓN, LAS REDES PUEDEN LEER TENDENCIAS ELECTORALE­S, PERO NO INFLUYEN EN ELLAS”.

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