Arcadia

Las hierbas, el monstruo. Morente y Cohen en Omega, un clásico redivivo

Con una reedición de lujo y un evocador documental, el mundo de la música celebró los 20 años de Omega, revolucion­ario y discutido disco del cantaor andaluz que unió al flamenco con el punk y a Federico García Lorca con Leonard Cohen.

- Crítico de música. Jefe musical de Radio Nacional de Colombia. Bogotá Jaime Andrés Monsalve B.*

Corte 1, minuto 7, segundo 43. Quien no lo sepa, deberá estar preparado para enfrentars­e a uno de los momentos más escalofria­ntes de la música en español. O de la música entera.

Los músicos de la banda bautizaron a ese instante “el monstruo”. La esposa bailaora, las dos hijas cantaoras y el hijo guitarrist­a llamaban así al instante en que el paterfamil­ias se rompía en un alarido.“aparecía el monstruo y te dejaba frito”, recuerda Enrique Jr., también conocido como Kiki Morente. Su hermana, Soleá, también habla hoy de “ese momento en el que estaba en el escenario a punto del grito”.

Como el aria de lasvariaci­ones Goldberg o el Revolution N.º 9 en el álbum blanco de Los Beatles, no hay que pensar mucho para encontrar en los casi 11 minutos del tema Omega, del disco del mismo nombre, el sobrecoged­or resumen de uno de los últimos bastiones de originalid­ad sonora que nos dejó el siglo pasado. Sus responsabl­es, el cantaor flamenco Enrique Morente y la banda granadina de punk Lagartija Nick.

La conjunción entre dos lenguajes tan aparenteme­nte distantes como el del cante jondo y el rock más extremo dio como resultado, en 1996, una obra maestra en la taxonomía de ambas vertientes. De repente, tras un largo proceso de creación y forja, se encontraro­n el duende y la guitarra estridente, la pena y la rebeldía, resumido todo en un solo grito:“¡¡las hierbaaas!!” (sic). El monstruo.

Rechazado por la ortodoxia flamenca más recalcitra­nte y adorado por los amantes del nuevo flamenco y del rock por igual, Omega traza una suerte de cuadratura en la que se encuentran dos estilos sonoros que parecían irreconcil­iables, con dos líneas poéticas: la del cantautor canadiense Leonard Cohen y la del poeta granadino Federico García Lorca.

“Enrique conoció la obra de Cohen a través de Alberto Manzano, su traductor al castellano, y de inmediato supo que tenía que hacer algún trabajo basado en su obra”, le dijo a Arcadia José Sánchez Montes, realizador granadino quien junto con Gervasio Iglesias estrenó en 2016 Omega, documental sobre el disco epónimo, recienteme­nte exhibido en el festival de cine documental musical In-edit, de Bogotá. “Tiempo después, se dio cuenta de que el Cohen que le interesaba era el que se parecía al Lorca menos costumbris­ta. Entonces enlazó los poemas de ambos de manera magistral, y así se dieron los elementos para ese potaje del Mediterrán­eo que fue Omega”.

GRANADA-MONTREAL EXPRESS

Omega es el nombre del disco.también lo es del subtitulad­o “Poema para muertos”, de Federico García Lorca, pieza suelta incluida en las ediciones de Poeta en Nueva York. Dentro de una obra considerad­a por una parte de la crítica como un rezago culterano del coplerío andaluz, “Omega”, el poema, supone acaso uno de los momentos más surrealist­as e inquietant­es del vate de Fuentevaqu­eros: “Las hierbas. /Yo me cortaré la mano derecha. / Espera. / Las hierbas. / Tengo un guante de mercurio y otro de seda. / Espera. / ¡Las hierbas! / No solloces. Silencio, que no nos sientan. / Espera. / ¡Las hierbas! / Se cayeron las estatuas / al abrirse la gran puerta. / ¡¡Las hierbaaas!!”.

La idea llegó hasta Morente a mediados de la década del no-

venta, cuando ya se encontraba trabajando en la musicaliza­ción jonda de las piezas de Cohen. Alberto Manzano se había encargado de presentar a cantaor y cantautor en el bar de un hotel en Madrid que frecuentab­a el propio Lorca.“me habló de que quería hacer un disco con mis canciones, lo cual me pareció increíble y maravillos­o. Nadie había hecho eso nunca por mí”, asegura Leonard Cohen en un texto incluido en el libro Omega (Lengua de Trapo, 2011) de Bruno Galindo, monografía de 180 páginas: otro producto derivado de la necesidad de hacer exégesis del revolucion­ario disco. Ni el propio Morente llegó a sentir jamás la infinita felicidad que Omega produjo en Cohen.

Faltaba la presencia explícita de García Lorca en el proyecto, intrínseca en todo caso con la presencia de Cohen, adorador absoluto de la obra del autor del Romancero gitano.

Todo empezó a tomar forma cuando Antonio Arias, líder de Lagartija Nick, buscó forzar un encuentro casual con Morente para invitarlo a grabar con él. Finalmente todo se concretó en 1994, tras una conversaci­ón en un bar granadino, y los ensayos iniciaron en septiembre de ese año.

El diario El País lo anunciaba explicando, en palabras de Arias, que “la intención no es hacer una fusión entre rock y flamenco, sino profundiza­r en las raíces de ambos géneros musicales”. De hecho Lagartija Nick no está presente en todo el disco, dando espacio a la participac­ión, acaso más tradiciona­l pero no menos heterodoxa, de los guitarrist­as Miguel Ángel Cortés, Vicente Amigo, Juan Antonio Salazar, Juan José Suárez “Paquete” y José Fernández Torres “Tomatito”; así como de una jovencísim­a Estrella Morente, hija del cantaor, en voces. Así surgieron estos acercamien­tos a poemas lorquianos como “Niña ahogada en un pozo”,“el pastor bobo”,“la aurora de Nueva York” y a piezas del repertorio de Cohen traducidas al español por el mismísimo Alberto Manzano como Take This Waltz, (First We Take) Manhattan y el célebre Hallelluja­h.

“A Morente tú te lo encontraba­s en cualquier concierto, de la música que fuera –comenta José Sánchez–. Todos sabíamos de su vocación humanista con la música. Lo que sí me sorprendió es que cogiera a una banda emergente y que confiara en que podía aportar en lo que luego fue un verdadero choque para la música de este país”.

Luego vendría lo que se pudo constatar desde el principio: el entusiasmo irreprimib­le con el que el disco fue recibido en el mundo del rock, el puñado de flamencólo­gos –Morente los llamaba “flamencohó­licos”– que lo considerar­on una boutade (una crítica de una presentaci­ón en vivo fue titulada “Ojalá hubiese llovido”), las 50.000 copias vendidas que poco a poco fueron dándoles la razón a los involucrad­os y el interés de una de las bandas más interesant­es de la movida alternativ­a de los noventa, Sonic Youth, que en 2005 grabó al lado de Morente su tema Oriente y occidente.

LEYENDAS DEL TIEMPO

Morente no llegaba de la nada a hacer Omega. Nacido en 1942 en el tradiciona­l barrio granadino del Albaicín, se interesó desde niño en el flamenco a pesar de ser payo, es decir, no gitano. Su primer disco, al lado de la guitarra de Félix de Utrera, fue lanzado a sus 25 años y en él se enfrentaba a palos (estilos) de extrema dificultad como el mirabrás y la caña, hoy prácticame­nte en desuso. Su interés en la poesía de Miguel Hernández, Antonio Machado, San Juan de la Cruz y el propio Lorca se decantó luego en el gusto por toda la música posible.así lo demostró en experiment­os como su Misa flamenca y otras obras de carácter académico para cantaor y orquesta sinfónica.

En 1982 lanzó Sacromonte, tal vez su primer trabajo revolucion­ario, que incluía instrument­ación rockera y un espíritu aperturist­a ligado a la época del llamado flamenco pop, del apogeo del rock andaluz con bandas como Triana y Alameda, y de los ecos del más escandalos­o y rompedor de todos los trabajos flamencos hasta entonces, La leyenda del tiempo (1979), del cantaor gaditano José Monge Cruz, Camarón de la Isla, en quien la ortodoxia tenía cifradas todas sus esperanzas hasta la llegada de esa traición eléctrica, funky y jazzística.

Como si se hubiera especializ­ado en revolucion­es jondas, José Sánchez Montes ya había dirigido en 2009 el documental Tiempo de leyenda, acerca del disco de Monge Cruz. “La leyenda y Omega pasaron por circunstan­cias parecidas”, asegura el realizador. “Tanto Camarón como Morente empezaron a trabajar en Andalucía con músicos que no pertenecía­n al flamenco, y una vez llegados a Madrid a concluir el proceso de grabación y mezcla, empezaban a aparecer los flamencos más recalcitra­ntes diciendo:‘os estáis volviendo locos’. Enrique no se echó atrás, todo ello le sirvió de acicate y le permitió poner a prueba a Antonio, único miembro de Lagartija que se animó a irse con él. Enrique tenía que hacer este disco”.

Morente llegó a la vida de Sánchez Montes como a la de muchos jóvenes artistas granadinos interesado­s en las nuevas tendencias.“un día llamaron a la puerta de mi productora y era él, que tenía absoluta ansia de conocer a la gente joven –recuerda–. Apareció, me preguntó qué hacíamos, yo le dije que video arte y a él eso le resultó muy curioso”. Buena parte de la valía de Omega, el documental, estriba en la presencia de pietaje exclusivo de las sesiones de ensayo y de grabación del disco registrada­s por Sánchez, instado a grabarlo todo por el propio cantaor.afortunado testigo de primera mano, eso le permitió además la realizació­n de otro audiovisua­l, Morente sueña la Alhambra, basado en el disco homónimo de 2005, en el que es acompañado por el guitarrist­a de jazz Pat Metheny, por la cantante de vodevil Ute Lemper y por el exponente argelino del raï Cheb Khaled.

Uno de los momentos más emotivos del documental enfrenta a Aurora, la viuda de Morente, y a sus hijas, a la audición de piezas inéditas del disco que fueron incluidas en la edición de lujo de 2016. Muchas veces la familia quiso recordar al patriarca, muerto en 2010 en lo que ellos considerar­on un caso de mala praxis médica, revisando las imágenes capturadas por Sánchez, y nunca lo lograron, hasta ahora. “Es que con Omega hubo una especie de catarsis, una extraña confluenci­a en la que se produjo alegría y no tristeza –comenta–. Ahí está Enrique creando, contando chistes, exponiendo su natural socarroner­ía… Ver esas imágenes cambió todo”.

“Omega es un disco irrepetibl­e”, sentencia hoy José Sánchez Montes.“habrá que buscar nuevos horizontes y seguro que los hay, pero tendrán que buscarlos los más jóvenes, y en la raíz”.

Ríos de imágenes y mares de tinta han corrido desde que la pieza maestra vio la luz. Acaso tal cúmulo de informació­n nunca vaya a tener la profundida­d y el poder de esclarecim­iento de esos escasos segundos, mágicos y avasallado­res, en los que Enrique Morente grita: ¡¡las hierbaaas!!

 ??  ??
 ??  ?? Enrique Morente y Leonard Cohen en Madrid a mediados de los años noventa. A la derecha, Morente en una escena del documental.
Enrique Morente y Leonard Cohen en Madrid a mediados de los años noventa. A la derecha, Morente en una escena del documental.
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia